Celulares contra tsunamis

El lunes 17 de julio, pasadas las tres de la tarde, un terremoto en alta mar, al sur de Java, activó las alarmas en el mundo entero. En Chile, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) despachó un breve informe señalando que “las características del sismo no reúnen las condiciones para generar un tsunami en las costas de Chile”.

En Indonesia, a pesar de la terrible experiencia de diciembre de 2004 que dejó unos 250 mil muertos, miles de personas no recibieron aviso alguno. En las costas de Java, el terremoto (6,3 grados de magnitud en la escala de Richter) generó una ola que arrasó con los poblados costeros y causó por lo menos 550 víctimas fatales. La vocera de la Oficina de asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Elizabeth Byrns, dijo que Indonesia había sido informada oportunamente del peligro. En un recuento de lo ocurrido, la BBC sostuvo que el Centro de Alerta de Tsunamis, situado en Hawai, emitió un boletín 45 minutos antes de que la gigantesca ola llegara a las costas de Java. Tres cuartos de hora no fueron suficientes para dar el aviso. El viernes, el Presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, reconoció que falta por lo menos un par de años para que un sistema efectivo entre en funciones.

En ninguna parte del mundo las noticias en esta materia son alentadoras. Katrina demostró que no basta con anticipar el peligro. La clave está en comunicarlo oportunamente a quienes puede afectar. Hace un par de semanas, precisamente para resolver este cuello de botella, se anunció en Estados Unidos que se está perfeccionando un sistema de alerta que puede entregar mensajes de voz, texto y gráficos vía satélite a teléfonos celulares. La base del sistema son las estaciones afiliadas a la televisión pública (PBS) a las cuales se les haría llegar un mensaje incluso si Internet dejara de funcionar.

Aunque eficiente –y “oficial”- un mecanismo de este tipo no resuelve necesariamente todos los problemas. No está claro, por ejemplo, cómo va a reaccionar la población si no está preparada. Lo que ocurrió en Talcahuano en enero de 2005, cuando se produjo el falso rumor de que venía un tsunami, es una demostración de que en estos casos es necesario combinar la rapidez de la información con un sistema en el cual la gente tenga confianza.

En mayo de este año, el simulacro realizado precisamente en la comuna de Talcahuano tuvo como objetivo, según lo que dijo entonces el director regional de la Onemi, de verificar cómo funcionan las comunicaciones. El recorrido puede parecer complejo incluso en nuestro tiempo de comunicaciones instantáneas. La alarma debe salir desde Hawai hasta el SHOA, el cual se comunica con la Onemi en Santiago y de ahí a las regiones correspondientes.

Pero ¿cómo llega de ahí a las personas, en su trabajo, en colegios y universidades, o en sus hogares?

En diversas zonas del país, aparte de demarcar las vías de evacuación en caso de tsunami, se han convenido señales específicas, principalmente las sirenas de los bomberos. Pero, como se vio en enero de 2005, la falsa información llegó en muchos casos a través de personas que recorrían las calles dando voces de alerta a los vecinos, los cuales difícilmente podían comprobar su veracidad. El copamiento de las líneas telefónicas cerro en muchos casos cualquier posibilidad en este sentido.

La respuesta podría estar en un sistema como el que se desarrolla en Estados Unidos. Después de todo: ¿quién no tiene un celular en nuestro país?

Publicado en el diario El Sur de Concepción el 21 de Julio de 2006

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