Cambiar pan por charqui

Es más que la novedad del año. Es una gran promesa: “La jatropha podría ser nuestro biocombustible”, proclamó El Mercurio ante un anuncio de la U. de Chile y la Fundación para la Innovación Agraria. En quince parcelas experimentales desde la zona norte hasta el Bío-Bío, surge una posibilidad inesperada: el reemplazo de la gasolina por aceite de jatropha.

Es una planta que, según se dice, crece con rapidez. “Produce semillas con un contenido de aceite de «entre un 28 y un 36 por ciento. El (contenido de aceite) del grano, sin cáscara, es aproximadamente un 60 por ciento”, explicó en: www.biodieselspain.com, el doctor Klaus Becker, director de un centro especializado de la Universidad de Hohenheim (Alemania).

Con entusiasmo, en otro blog se recuerda que “los productores de Biodiesel en Brasil se han especializado en cultivos como la soja, raps y la caña de azúcar, entre otros. La Jatropha se ha consolidado como una alternativa energética en Israel, y ya comienza a ser sondeada en Egipto, India y Madagascar”.

Es, sin duda, una gran esperanza en tiempos en que el petróleo podría escalar hasta los 200 dólares el barril, según dicen, sin pudor, los países de la OPEP.

Gran posibilidad. Pero antes de echar las campanas al vuelo, miremos el futuro con los pies bien puestos en la tierra.

Es cierto que el petróleo va en alza. Pero también los alimentos suben en todo el mundo. En Estados Unidos, algunas cadenas de supermercados ya racionaron el arroz. Sí, igual que en las detestables naciones que existían más allá de la Cortina de Hierro.. Es un racionamiento suave, sin cartillas estatales o de las JAP, Pero igual pone un drástico límite a las compras por familia. En la zona franca de Punta Arenas, en Chile, se produjo la semana pasada una avalancha de interesados en arroz. En Santiago se anunció que a corto plazo el kilo podría subir a más de mil pesos.

Es apenas un dato. No tiene comparación con lo que ocurre en Haití (violentos disturbios por el alza de los alimentos), o en Darfur (hambruna generalizada). Confirma que el precio de los alimentos está subiendo urbi et orbi. Lo registró, hace un par de semanas, la revista Time. Acotó que, según la ONU, el índice global de precios de los alimentos llegó a 220 en marzo. La base es 100 para 1998. Hace apenas un par de años estaba en 125. Time anota que en Estados Unidos los huevos subieron en un 24 por ciento desde 2006; en Italia la pasta subió en 14 por ciento y el pan, en un diez por ciento en Australia,. En Chile conforme la misma fuente, la carne subió un ocho por ciento. Pero la estrella es el arroz: cuyo precio subió en África en un 40 por ciento. En otro reportaje, la misma Time fue muy dura con Brasil, que se volcó a la producción de etanol (caña de azúcar y maíz). Según sus cuentas, una persona podría alimentarse todo un año con el maíz que se requiere para llenar con etanol el estanque de un vehículo mediano. Agregó otro elocuente dato: en los últimos seis meses del año pasado en Brasil se perdieron más de 300 mil hectáreas de vegetación.

En un efecto ”dominó”, la búsqueda de combustibles alternativos a partir del maíz y otros productos agrícolas, gatilló un alza desmesurada de los alimentos. Brasil resolvió su problema energético, pero allí la comida es cada día más cara.

¿Sucederá lo mismo en Chile si se masifica el cultivo de la jatropha? ¿O de la soja, el raps o la caña de azúcar para destinarlos a la producción de biocombustibles? Podríamos mover nuestra industria y nuestros vehículos, pero la cuenta de los alimentos podría irse a las nubes. Como creían nuestros abuelos, sería pésimo negocio: cambiar pan por charqui.

2 de mayo de 2008

Volver al Índice