El diagnóstico de Cristina

De visita en España, al referirse al problema de la energía en nuestro continente, Cristina Fernández de Kirchner, senadora y candidata a la presidencia argentina, puso por las nubes al mandatario venezolano. “América Latina, dijo en entrevista a El País, necesita a Chávez como Europa a Putin”. Uno de los aludidos, el propio Hugo Chávez, explicó en su inimitable estilo: “Andaba por Europa Cristina y entonces le preguntan como a todos los que van por Europa: 'y Chávez, y usted ¿qué opina de Chávez, el tirano ese que come muchachitos y ahora se va a reelegir indefinidamente?'". Luego recalcó: "Quiero agradecer a la senadora Cristina Kirchner".

La reacción de Vladimir Putin no se conocía al momento de escribir este comentario. Es difícil saber si se siente halagado o no. Aunque su país ha hecho buenos negocios con Venezuela, cuando Chávez lo visitó, hace apenas unas semanas, el tratamiento oficial se atuvo al protocolo, sin particulares demostraciones de entusiasmo.

Pero ¿qué tienen en común Chávez y Putin?.

Lo más destacado es su capacidad de romper moldes. El comportamiento de ambos en el área de las relaciones exteriores corresponde a lo que un comentarista chileno –a propósito de Chávez- anticipó como será la nueva diplomacia del siglo XXI. Su característica más sobresaliente es la prescindencia de eufemismos. Putin ha cometido más de alguna indiscreción frente a micrófonos que creía cerrados, como cuando alabó al entonces Presidente de Israel, acusado de acoso y violación, como “un gran machote”. De Chávez, ya se sabe su opinión sobre Bush (“el diablo estuvo aquí”, dijo en Naciones Unidas al día siguiente del paso del Presidente norteamericano) y de quienquiera que lo critique, como el cardenal de Honduras, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, al que llamó “loro” y “payaso imperialista”.

Pero no son solo coincidencias.

También hay diferencias. Empiezan por la magnitud de las naciones que representan. Rusia, pese a la crisis de la antigua Unión Soviética y a las nuevas naciones que proclamaron su independencia, sigue siendo el país más extenso del mundo (con más de 17 millones de kilómetros cuadrados), mayor que Canadá, Estados Unidos y China.

Venezuela –pese a ser bastante más grande que Chile continental- no llega al millón de kilómetros cuadrados. También tienen una diferencia abrumadora de población. Casi 150 millones de rusos superan con creces a 27 millones y medio de venezolanos.

Las reservas energéticas, en cambio, hermanan economías que en otros rubros son muy disparejas. A comienzos del milenio (2001) las cifras daban para Rusia reservas por 54 mil millones y para Venezuela 47,6 mil millones de barriles de petróleo. Es más que suficiente como tratarse de tú a tú, o de Vladimir y Hugo, aunque el más proclive a estos afectos personales es el venezolano.

Porque la gran diferencia, naturalmente, es que Rusia heredó las hechuras de gran potencia de la Unión Soviética. Hace unas semanas, el gobierno de Putin resucitó el fantasma de la Guerra Fría, como consecuencia del asesinato de un espía ruso en Londres. Y participa como socio pleno del G-8, el club de Rico McPato. Chávez, en cambio, sigue siendo un actor menor, que no pierde ocasión para provocar debates y estar en la noticia.

Por ahora, la afirmación de la señora de Kirchner es más expresión de deseo que una sólida realidad.

27 de Julio de2007

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