Guernika, 70 años después
“Hacia el mediodía comenzamos a ponernos nerviosos”. El recuerdo de lo que pasó en Guernika el 26 de abril de 1937, hace 70 años, se mezcla con lo que estaba sucediendo por esos días en toda España. Unas semanas antes, Durango había sido bombardeada por las tropas franquistas y cundía el temor de que la guerra los alcanzara. Lo que no sabían era que su histórico poblado se convertiría en el más macabro laboratorio de la guerra moderna, donde se experimentarían armas y estrategias. La historia precisa que “el primer avión apareció a las cuatro de la tarde y dejó caer algunas bombas”. Un cuarto de hora después, el lugar, “alma y corazón del pueblo vasco”, según lo definió María Esperanza Sánchez de la BBC de Londres, comenzó a sufrir un bombardeo sistemático que se prolongó por tres horas. Al principio fueron tres aviones que volaban a baja altura, Luego se sumaron otros. El recuento técnico ha establecido que eran naves de la Legión Cóndor, de Alemania: Heinkel 111, bombarderos Junker 52 y cazas Heinkel 51. Protagonizaban un ensayo sin precedentes de lo que sería la Segunda Guerra Mundial en los cielos de Europa. Tenían su base en Vitoria y luego de despegar, daban un giro sobre la costa y atacaban a Gernika de norte a sur. Lo hicieron en oleadas sucesivas, bombardeando y ametrallando edificios y personas. Deliberada o milagrosamente, escaparon indemnes las fábricas de armas, el puente de Rentaría, la Casa de Juntas y el roble histórico –el Kernikako Arbola- símbolo de la identidad vasca. Hay quienes creen que así se trató de impedir una reacción extrema al tiempo que se acusaba a los propios vascos de lo sucedido. Tres días después del bombardeo, las tropas de Franco entraron a la ciudad. De inmediato se desató la polémica. El 6 de mayo, el corresponsal de The Times de Londres, aseguraba que “la declaración publicada por Salamanca, según la cual Gernika ha sido destruida por los rojos es absolutamente falsa… Excepción hecha del número de aviones que la bombardearon, todas las declaraciones coinciden en todos sus detalles…”. José Antonio Aguirre, presidente del gobierno vasco, sostuvo “ante Dios y ante la Historia que a todos nos ha de juzgar… que durante tres horas y media los aviones alemanes bombardearon con saña desconocida la población civil, indefensa de la histórica villa de Gernika, reduciéndola a cenizas…” Francisco Franco, declarado años más tarde hijo adoptivo de la reconstruida ciudad, replicó en su momento que “Aguirre miente. Nosotros hemos respetado Gernika, como respetamos todo lo español”. Esta postura se ha mantenido inalterada a través del tiempo. Los alemanes, en cambio, han dado algunos pasos gigantescos hacia la reconciliación. La diputada verde Petra Kelly patrocinó a fines de los 80 la idea de entregar disculpas públicas. El abismo se cruzó definitivamente hace diez años cuando el Presidente federal Roman Herzog envió un sentido mensaje: “Yo quiero asumir ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviones alemanes involucrados. Les dirijo a ustedes como sobrevivientes del ataque y testigos del horror vivido mi mensaje conmemorativo de condolencia y duelo. Evoco el recuerdo de aquellas personas a las que aquel día en Gernika les fue quebrada la felicidad de su vida, destrozada su familia, destruido su hogar, robada su vecindad. Comparto con ustedes el luto por los muertos y heridos. Les ofrezco a ustedes, que todavía llevan en las entrañas las heridas del pasado, mi mano abierta en ruego por la reconciliación”. Hoy día Gernika y Pforzheim, en Alemania, son ciudades hermanas, unidas en el esfuerzo por avanzar hacia un mayor entendimiento mutuo.
4 de mayo de 2007 |