De James Bond al inspector Cluzot


Un grupo de franceses con el más alto respaldo de su gobierno, acaba de vivir una aventura digna de James Bond. A comienzos de julio, a bordo de un avión Hércules 130, llegó a Manaos un contingente de la DGSE, Dirección de Seguridad y Contraespionaje de Francia, encabezado por el sub-jefe de gabinete del ministro Dominique de Villepin. Desde allí, en un taxi aéreo arrendado por la embajada francesa, viajaron a un remoto lugar en la frontera entre Colombia y Brasil, Sao Paulo de Olivenca. Confiaban que en ese lugar se juntarían con la ex senadora Ingrid Betancourt, secuestrada hace año y medio por la guerrilla colombiana. Pero la operación no tuvo éxito y como no hay nada peor que el fracaso, esta vez los equivalentes galos de James Bond no han recibido aplausos. Lo suyo fue más parecido a una chambonada del inspector Cluzot, llevando a una grave crisis de las relaciones entre Francia, Brasil y Colombia.

El rescate se frustró -según los participantes- por las filtraciones novelescas que llegaron a los medios de comunicación. El gobierno colombiano, acusado de no poner mucho de su parte, ha guardado silencio; la guerrilla negó haber participado en acuerdo alguno; mientras la familia de Ingrid Betancourt anunció el jueves que le pediría ayuda al presidente brasileño. Conforme a declaraciones formuladas por Astrid Betancourt, hermana de Ingrid, al diario "O Globo", Lula podría interceder ante el gobierno colombiano para doblegar su resistencia a negociar.

Este drama es similar al de cientos de colombianos sometidos a secuestros (tres mil por año) y cuyos finales son muy variados: liberación (a veces), fuga (en muy pocas oportunidades) o muerte (más de lo deseable). Todo empezó el 23 de febrero de 2002, durante la campaña presidencial que ganó el actual mandatario Alvaro Uribe, cuando ella era candidata del partido Oxígeno Verde. Se pensaba que su retención sería breve, pero pasó el tiempo... y nada.

Mientras el resto del mundo entraba en una especie de sopor frente al caso, se produjo la reacción francesa. La razón es simple: Ingrid Betancourt tiene doble nacionalidad (colombiana y francesa) y el relato de su vida "La rabia en el corazón", escrito en francés, vendió más de 200 mil ejemplares en Francia. Según "Le Monde", la obra tiene muchos puntos a favor: "una gran causa, la lucha contra la corrupción; una heroína, la propia narradora, llena de entusiasmo, dedicada a la conquista del poder en un universo dominado por los hombres; un país exótico, Colombia, sumergido en una forma avanzada de globalización, el narcotráfico".

No está claro si el intento falló porque la policía brasileña intervino ante la extraña conducta del grupo que se presentaba como "turistas" o si fueron las FARC las que rechazaron cualquier acuerdo. En una zona donde la principal preocupación es el narco-tráfico, jugar al misterio se parece más al modus operandi del inspector Cluzot, el de "La Pantera Rosa", que al de James Bond. Y, como fuere, lo grave es que entre la farsa y el espionaje más sofisticado, Ingrid Betancourt sigue esperando su liberación. Y los brasileños, una explicación.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas el sábado 02 de agosto de 2003

Volver al Índice