¿Un nuevo Watergate?

Apenas tres días después de asumir el mando, Cristina Fernández de Kirchner enfrentó una dura crisis que no crearon los derrotados en la elección presidencial, ni de los pobres que sobreviven en el rico territorio argentino. Aunque el caso “del maletín” (también llamado, obviamente “maletín-gate”), estalló en agosto pasado, la historia parecía olvidada cuando tres venezolanos y un uruguayo fueron acusados de haber conspirado “para actuar como agentes de la República Bolivariana de Venezuela dentro de los Estados Unidos sin previa notificación al Fiscal General”.

Representantes del Departamento de Justicia presentaron a los cuatro ante el juez federal Robert Dube, en Miami, mientras se esperaba la detención de otro implicado. El viernes se anunció que la justicia argentina ha pedido informes y probablemente solicitará la extradición de alguno o algunos de los implicados.

El caso no es fácil de entender. Pero no ha faltado información.. En un comunicado oficial del Departamento de Justicia de EE.UU., surgió de inmediato la relación con el maletín: los detenidos, según la acusación, “coordinaron y participaron” en reuniones para conseguir la ayuda del ciudadano norteamericano Guido Alejandro Antonini Wilson. ¿Objetivo? “Ocultar la fuente de 800 mil dólares que se intentaba usar como contribución para una campaña política de un candidato en las recientes elecciones presidenciales de Argentina”. Por si faltaban datos, un fiscal asistente señaló que el FBI grabó una conversación de uno de los arrestados el cual sostuvo que el dinero en cuestión estaba destinado a la campaña de Cristina Fernández.

La operación quedó al descubierto de manera casual en el aeropuerto de Buenos Aires. En agosto Antonini Wilson trató de pasar los controles con una maleta llena de billetes de dólar. Venía desde Caracas en un avión fletado por el Estado argentino, presencia que nadie pudo justificar, lo que le costó el cargo al responsable.

Para hacer más complejo el enredo hay que consignar que siempre el origen del dinero se atribuyó al gobierno de Hugo Chávez. Según la información oficial, los acusados le comentaron a Antonini que había funcionarios venezolanos que “sabían de este asunto”. Un portavoz del FBI, Sean McCormack, sostuvo sin embargo que no se trata de un problema internacional, ni es entre Estados Unidos y Argentina (no mencionó en esto a Venezuela), sino “de la aplicación de la ley” dentro de su propio territorio.

No fue suficiente para tranquilizar a la Presidenta argentina: El jueves, hablando en el lanzamiento de un programa para erradicar los basurales, se refirió a “los basurales de la política internacional”. También dijo una frase clave: “Esta Presidenta puede ser mujer, pero no se va a dejar presionar”.

El caso tiene una historia larga por delante. Lo más sorprendente es que probablemente Cristina Fernández no necesitaba ningún apoyo. Sus posibilidades de triunfo siempre fueron muy fuertes.

Cabe, sin embargo, la posibilidad de que quisiera –ella misma o sus partidarios- asegurarse del todo. Fue, claro, lo que hizo el comando de Richard Nixon en la fatal incursión de Watergate. No necesitaba ayuda para ganar la elección de 1972… pero quiso conocer hasta los secretos de sus adversarios demócratas. Al final, lo perdió todo.

14 de diciembre de 2007

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