Pobreza y libertad de prensa

Desde que se estableció, a comienzos de la década de 1990, el Día de la Libertad de Prensa, que se celebra el 3 de mayo, ha servido de doloroso recordatorio de lo difícil que es la tarea de los periodistas en el mundo actual. Este año no hay manera de evitar el dramatismo del recuento: al cumplirse tres años del comienzo de la invasión anglonorteamericana a Irak, allí se registraban 88 periodistas muertos. Este año, según la organización Reporteros Sin Fronteras, en todo el mundo ya murieron 16 periodistas en cumplimiento de su deber profesional, y 119 han sido encarcelados.

Lo novedoso, sin embargo, es que la convocatoria de la Unesco se centró los medios informativos y la erradicación de la pobreza. En cierto modo, en vez de que los periodistas se sigan mirando el ombligo, se invita a la comunidad a valorar su labor en la compleja tarea de superar la pobreza.

Es menos “heroico”, desde luego. Y también deja en evidencia una deficiencia que siempre cuesta reconocer. El periodismo no retrata cabalmente el mundo de la pobreza y le cuesta entregar una imagen de los pobres como seres humanos. Sería un error pensar que nadie se preocupa por ello. En este empeño han coincidido, hace tiempo, aquí en Chile, la Fundación para la Superación de la Pobreza, el Hogar de Cristo y la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales.

Junto con mantener un espacio en internet, donde analizan permanentemente esta realidad, este año crearon el premio periodístico “Pobre el que no cambia de mirada”, cuyo primer objetivo es “propiciar el interés y la reflexión de la opinión pública sobre el fenómeno de la pobreza y sus dimensiones y sobre los factores que niegan derechos y oportunidades, que socavan la participación y que obstaculizan la integración social”.

El punto de partida fue una investigación sobre el tema que demostró que la pobreza casi no es tema de información. Pero, además, se vio que los medios -no sólo en las noticias- entregan imágenes distorsionadas: “Creemos que es momento de reflexionar sobre los efectos directos e indirectos que tiene la actividad desarrollada por los medios de comunicación masivos -tales como la televisión, la radio, o la prensa escrita- en la persistencia de determinadas nociones del fenómeno de la pobreza, muchas de las cuales, lamentablemente, abundan en aspectos negativos y estigmatizadores”.

Frente a esta crítica, el director general de la Unesco, Koichito Matsuura, al convocar a la celebración del Día de la Libertad de Prensa ha reiterado lo mucho que se puede hacer: “La existencia de medios de comunicación libres e independientes es una dimensión básica de la lucha por erradicar la pobreza”.

Los medios libres e independientes, agregó, constituyen un vehículo para compartir información susceptible de facilitar el buen gobierno, generar oportunidades de acceso a servicios esenciales, promover la responsabilidad, combatir la corrupción y fortalecer la relación entre cargos elegidos responsables y una ciudadanía informada, crítica y participativa”.

Pero no sólo eso. También, dijo Matsuura, los medios pueden garantizar una serie de “beneficios que son de gran utilidad en la lucha por erradicar la pobreza, en particular el reconocimiento y fortalecimiento de derechos humanos básicos, el refuerzo de la sociedad civil, las transformaciones institucionales, la transparencia política, el apoyo a la educación, la sensibilización en cuestiones de salud pública y el acceso a medios de vida sostenibles”.

Lo que significa que, más allá de los campos de batalla, el periodismo tiene otras guerras que librar... y tratar de ganar.

Mayo de 2006

Nota:
http://www.fundacionpobreza.cl/

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