Amores eternos

Conforme los registros oficiales de la Iglesia Católica, san Valentín sufrió el martirio un 14 de febrero (probablemente en 269) y ello es una buena razón para conmemorarlo. Pero la marketera celebración impuesta en nuestro país, que incluye saludos, regalos de todo tipo desde chocolates a vuelos en parapente (www.parapente.cl) siempre me ha parecido desproporcionada. Me parecía tan exótica o “gringa” como el Halloween, pese a sus pergaminos históricos.

Aunque romano, los anglosajones expropiaron tempranamente al san Valentín.

Entre los múltiples antecedentes que se pueden encontrar en Internet, se señala que ya en 1400 había registros de la conmemoración. Y, por si fuera poco, el mismísimo William Shakespeare hace alusión a su fiesta en Hamlet. Dice Ofelia (acto cuarto):

Mañana es la fiesta / de San Valentín / al toque del alba / vendré por aquí.
Iré a tu ventana / que soy doncella / pronta a convertirme / en tu Valentina...

El Rey, su padre, no se hace ilusiones. Después de escucharla se convence de que desgraciadamente la pobre Ofelia es un caso perdido: “Cuando vienen las desdichas, no vienen como exploradores aislados, sino en legiones”, reflexiona. Por ello decide que lo mejor es cuidarla: “Seguidla de cerca; vigiladla atentamente, os lo suplico”.

Es, por lo demás, lo que han hecho miles de padres preocupados por las penas de amor de sus hijas a lo largo de la historia, con o sin la ayuda de San Valentín.

Pero ni siquiera Shakespeare, con su genial intuición, podía saber que mucho antes, antes que otra creación de su fértil pluma: Romeo y Julieta, los enamorados de Verona, ya había testimonio de otra perdurable historia de amor.

Murieron jóvenes y, al parecer, enamorados”. Así resumieron las agencias cablegráficas lo esencial de un reciente hallazgo arqueológico en Mantua, a unos 40 kilómetros al sur de Verona. Se trata, claramente de dos seres humanos unidos en un eterno abrazo más allá de la muerte. A estas alturas, unos cinco mil años después, es difícil determinar mucho más, ya que solo se encontraron los esqueletos. Lo llamativo para Elena Menotti, la arqueóloga a cargo de las excavaciones, es que se trata “de algo único: no se sabe de entierros dobles en la época del Neolítico y estos dos cadáveres estaban unidos en un abrazo”. Respecto de la edad, la científica Menotti concluye que se trata de jóvenes ya que sus dentaduras estaban intactas.

Tomando más distancia, otro especialista entrevistado por The Associated Press dijo que aunque la posición de los cadáveres era poco usual, con frecuencia en la misma zona se han encontrado otros cuerpos que están tomados de la mano o tienen algún contacto cercano, lo que revelaría el comienzo de “un sentimiento religioso”.

Nadie puso en duda, sin embargo, que aunque su valor científico sea menor, este hallazgo ha tenido un impacto emocional indudable. Lo reiteró su descubridora, Elena Menotti:

-Es un descubrimiento muy emocionante, dijo. A miles de años de distancia percibimos la fuerza de este amor. Sí, efectivamente creo que podemos llamarlo amor.

Ya lo dijo Shakespeare –en la traducción de Neruda- de manera inigualable, cuando Romeo se despide de la vida junto a Julieta, a quien cree muerta:

¡Brazos míos, llegó el último abrazo! / ¡Labios míos, sellad con este beso puro / un pacto eterno con la muerte ansiosa!.

Imposible agregar algo más, salvo que me reconcilio con san Valentín. No así con Halloween.

9 de febrero de 2007

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