De arzobispos y rectores

El cardenal Angelo Sodano ya se fue. En poco tiempo más, cuando cumpla 80 años, mantendrá su rango de cardenal pero perderá el papel protagónico que ha tenido durante décadas en esa raro espacio, mezcla de vida mundana y vida espiritual, que es la diplomacia vaticana.

Los chilenos olvidaremos, como tantas otras, la polémica de estos días. Hay polvaredas que se levantan de las páginas de los diarios y hay que reconocer que El Mercurio sigue siendo un campo privilegiado en esta materia, y que solo persisten por el empecinamiento de sus protagonistas. Esta vez, sin embargo, esperemos que quede algo más del intercambio de cartas y, sobre todo, de epítetos y descalificaciones en el blog, que se ha convertido en el muro de los ciber-grafiteros.

Habló Carlos Peña. Hace años, con motivo de una discusión sobre ética en los medios, lo puse en latín (“Peña dixit”), que me parecía más adecuado, y recibí felicitaciones. Es evidente: este egresado de la PUC no es santo de la devoción de los devotos. ¿Qué dijo ahora? De todo, como es su costumbre. Planteó algunas observaciones superficiales o frívolas, pero también dijo grandes verdades que era indispensable reafirmar precisamente porque el motivo oficial de la presencia del cardenal Sodano en Chile era el centenario del Cardenal Silva Henríquez.

Pero ¿qué pasó? Importó más el detalle, la observación innecesaria y vino la descalificación al bulto.

Nos olvidamos de la difícil batalla que librábamos no hace mucho por recuperar la libertad de expresión. La batalla que seguimos librando porque está clausurada en Cuba, en China y en Myanmar y amenazada en muchas otras partes. El Mercurio, al ofrecernos un espacio como el que usa Carlos Peña, hace honor a ese esfuerzo y nos permite recordar lo importante que es la libre expresión de las ideas y las opiniones, nos gusten o no. Especialmente si no nos gustan.

Ojalá la tinta de computadores que se ha gastado estos días se hubiese vertido en recordar más y mejor a ese chileno ejemplar que era Don Raúl, con sus debilidades y equivocaciones y sus tremendos aciertos y su intransable amor por Chile y los chilenos: por todos nosotros, justos y pecadores.

Abraham Santibáñez, Periodista

Publicada en Cartas al Director. Diario El Mercurio. 5 de octubre de 2007

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