Suspenso en Pakistán

El jueves pasado, una semana después de que Pakistán fuera excluido de la Mancomunidad Británica de Naciones mientras no se restauren la democracia y el estado de derecho, Pervez Musharraf asumió nuevamente como su Presidente. Su principal concesión fue que, previamente, dejó la jefatura del Ejército y juró con tenida civil.

Ahora, si quiere gobernar sin mayores problemas, debería levantar el estado de emergencia. Pero hay quienes estiman que ya empezó el fin de la era Musharraf, un dictador que se consolidó en el poder gracias a su firme apoyo a Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Pese a algunas protestas –nada menores, por cierto- la alianza funcionó hasta que, como en otros casos, Musharraf se enamoró del poder. Este año la situación hizo crisis. Se enfrentó al presidente de la Corte Suprema cuando este trató de vetar su reelección a menos que dejara de lado su cargo de jefe del Ejército. En julio, en Islamabad, la ocupación la Mezquita Roja por parte de un grupo de fundamentalistas islámicos, culminó a sangre y fuego. El apoyo de Washington dejó de ser incondicional luego de la declaración, el 3 de noviembre, del Estado de Emergencia.

Las manifestaciones, especialmente las más recientes, han puesto en evidencia un torbellino cultural y político. Abogados de cuello y corbata han salido a expresar su disconformidad por la reelección del Presidente. Al mismo tiempo, sin embargo, como consecuencia del desalojo de la Mezquita Roja, hubo reacciones menos civilizadas, incluyendo atentados suicidas con decenas de víctimas. Cuando regresó al país la ex Primera Ministra Benazir Bhutto, la recibieron 200 mil personas en Karachi. El festejo fue brutalmente interrumpido por el estallido de bombas que produjeron la muerte de 150 personas. Y ha habido otros casos, aunque con menos víctimas.

¿Será suficiente para asegurar la tranquilidad que Musharraf deje de lado el uniforme?

Parece poco. En un resumen de la BBC de Londres se planteó que “puede argumentar que está intentando cumplir con las exigencias que se le han hecho”.

Pero, ¿está cumpliendo?

El Estado de Excepción sigue vigente, aunque más de tres mil personas detenidas durante las manifestaciones realizadas después del 3 de noviembre, ya fueron puestas en libertad. También se está avanzando en cuanto a los comicios. El 11 de noviembre, Musharraf dijo que esperaba que el proceso se realizara normalmente. "Solicitaré a la Comisión Electoral que se celebren las elecciones cuanto antes, lo más rápido posible, lo que significa que si se calculan entre 45 y 60 días a partir del 20 de noviembre, tendríamos elecciones antes del 9 de enero", dijo. En definitiva, la fecha quedó para el 8 de enero.

¿Será así efectivamente?

La duda de fondo surge de la dificultad (o imposibilidad) de que se efectúen elecciones libres y limpias si los derechos civiles están suspendidos. Y de que Musharraf, quien dejó al general Ashfaq Pervez Kiyani a cargo del Ejército, no pierda el control de la situación… como le ocurrió a otros antes que él.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas el 1º de Diciembre de 2007

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