Tintin solo para adultos

Tintin, el eternamente adolescente reportero belga resistió todos los embates del oficio más peligroso del mundo. Se enfrentó a las bandas secretas de extremo oriente, las guerrillas árabes, la mafia de Chicago y los golpìstas centroamericanos. Viajó a la luna y escapó por milagro del Yeti y otros monstruos. Fue golpeado tantas veces que un estudio médico estimó que era probable que tuviera un daño cerebral permanente. La semana pasada, sin embargo, sufrió su peor golpe. Una cadena de librerías de Gran Bretaña retiró de la sección niños su libro de aventuras “Tintin en el Congo”, escrito hace casi 80 años.

Según la empresa Borders, “esta obra contiene imágenes y palabras (que revelan) un odioso prejuicio racial, en el cual los “salvajes nativos” parecen monos y hablan como imbéciles”. Añade la declaración que es probable que muchos otros títulos en venta en las librerías de la cadena contenga material “cuestionable según los gustos o puntos de vista individuales”. En esos casos, la política de la empresa es dejar que sean los clientes los que decidan. Sin embargo, su deber es diferente ante los niños. Por ello, frente a esta obra específica, “hemos dado instrucciones a todos nuestros locales de venta que trasladen los ejemplares a la sección para adultos”.

Lo sorprendente, en realidad, es que esta reacción no se produjera antes. Tintin, desde su nacimiento, fue un espejo fiel de las convicciones de su creador, el belga Georges Remi, más conocido por su seudónimo de Hergé. Remi era fruto de la cultura católica europea de hace un siglo, cuando todavía el imperialismo era una buena palabra. En ese tiempo, el Congo estaba incluido entre las posesiones personales del Rey de Bélgica. El libro ahora cuestionado solo reflejaba la mirada paternalista de los europeos ante una cultura que consideraban exótica. La actitud del protagonista es civilizadora y compasiva, en contraste con la que, apenas un poco antes, había tenido ante los soviets, un país lleno de gente odiosa, muerta de hambre. Milú, el perro de Tintin, se pregunta allí, angustiado: “¿No queda ni un hueso en Rusia?”.

Ya consagrado, Hergé continuó trabajando en sus historietas para el diario “Le Vingtième Siècle”. Así lo hizo durante la ocupación nazi, lo que le significó algunos problemas con la censura. Pero lo peor vino después, con la liberación, cuando fue cuestionado e incluso estuvo brevemente detenido, acusado como colaboracionista.

En definitiva nada disminuyó su prestigio ni el de su personaje. Tuvieron legiones de admiradores. Entre ellos, un analista católico, Joan Manuel Soldevilla, opinó en "El Abecedario de Tintín", que era "un héroe cristiano, un verdadero scout que ejerce de periodista y que se enfrenta a las injusticias".

Lo cierto es que se convirtieron en íconos del comic. Así se vio, comienzos de este año, cuando Matucana 100 y la delegación Valonia-Bruselas, presentaron la exposición “Comic strip passion’s trip” en Santiago. La muestra, que fue todo un éxito, incluía originales de Tintin y otros personajes de su tiempo.

Estaba claro, sin embargo, que a estas alturas del siglo XXI, ciertas afirmaciones ya no son “políticamente correctas”. Es lo que se acaba de demostrar en las librerías de Londres.

Publicado en el diario El Sur de Concepción, el 13 de julio de 2007

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