La última joya

Cuarenta millones -mucho dinero, sin duda- puede parecer una suma menor al lado de 5 mil millones de dólares. Pero, según reveló The New York Times, un diario muy preocupado por el cambio de propietarios en The Wall Street Journal, esta suma fue la que se discutió a la “hora undécima” antes de que el magnate Rupert Murdoch se asegurara el control del prestigioso periódico financiero de Nueva York.

Las negociaciones comenzaron hace tres meses cuando Murdoch hizo una tentadora oferta por cada acción de Dow Jones: 60 dólares, casi el doble de su precio en ese momento. El anuncio de que los representantes de los propietarios habían aceptado el acuerdo, se hizo oficialmente el lunes. Pero solo más tarde trascendieron algunos detalles, como los 40 millones de dólares adicionales que pagó el comprador. Se trata de los gastos legales y comisiones de la operación. La familia Bancroft, propietaria de Dow Jones desde hace un siglo, pidió que los asumiera Murdoch y este aceptó de inmediato. Según The New York Times, algunas de estas cuentas, como los 10 millones que cobró una de las firmas de abogados por su asesoría, son extraordinariamente altas.

En total, Murdoch va a pagar 5 mil 40 millones de dólares. A cambio, este ciudadano norteamericano nacido en Australia, se corona como el dueño de una vasta cadena informativa. El conjunto reúne televisión (Fox, por cable y por satélite), publica revistas, edita libros, produce cine, posee My Space en internet y edita más de 100 diarios en todo el mundo, algunos sensacionalistas confesos (The Sun, en Londres, y el Post, en Nueva York) y otro de aristocrático pedigrí (The Times, en Londres) Al parecer, al cabo de más de medio siglo de actividad empresarial, Murdoch (76) sentía que todavía le faltaba una joya: un diario capaz de competir con The New York Times y The Financial Times y “fijar la agenda”, como señaló el propio The New York Times.

Es una meta lógica. Murdoch heredó en 1952 un diario en Adelaida, una tranquila ciudad de Australia y desde allí creó un imperio de las comunicaciones.

En los años 80 saltó a los titulares del mundo entero al disputar la primacía con Robert Maxwell, otro empresario, retratado por The Economist en los años 80 como “carismático y egocéntrico”.

Ambos magnates fueron implacablemente retratados en un best-seller del británico Jeffrey Archer, titulado Cuarto Poder. Maxwell murió en su yate en 1991, acosado por las deudas que no pudo manejar. Su rival tuvo más suerte: Rupert Murdoch controla, todavía sin haberse hecho cargo del The Wall Street Journal, de un conglomerado valorado en 68 mil millones de dólares. En sus empresas nunca se pone el sol. Las supervisa sin fatigarse desde su sede en el centro de Manhattan y viajando sin parar en su 737 privado o en su yate, anclado en Saint Tropez.

En estos días, pese a que siempre genera ruido una operación de esta magnitud, el principal debate se produce dentro de las oficinas del diario que recién compró. Como es inevitable en estos casos, los periodistas están preocupados por el cambio de propietario. La interrogante es si habrá un cambio en la línea editorial que hasta ahora fijaron con mucha independencia y profesionalismo.

Ahora se sienten amenazados. Murdoch no es precisamente un propietario ausente o indiferente. Es muy conservador, pero también capaz de romper esquemas. ¿La prueba? Fox es el canal de Los Simpson.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas

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