La última oportunidad

Podría ser una clásica victoria a lo Pirro. Tras ir de tumbo en tumbo desde que decidió invadir Irak, contra viento, marea y la mejor opinión de muchos países del mundo entero, el Presidente George W: Bush finalmente podría estar viendo la salida al final del túnel. El informe de la Comisión independiente sobre Irak le abre la puerta a una salida honorable del pantano: “Es la visión unánime del Grupo de Estudio sobre Irak que estas recomendaciones ofrecen un nuevo camino hacia delante a los Estados Unidos en Irak y en la región”.

Esta, sin embargo, no es una supercarretera libre de obstáculos. Pese al apoyo que significa que un selectísimo grupo de cinco personalidades demócratas y cinco republicanas hayan logrado ponerse de acuerdo, el resultado no garantiza la victoria. Es “una rendición disfrazada” sostuvo William Kristol, un pensador neoconservador, partidario de la invasión. En la BBC se reprodujo un crítico comentario de parecido tono: “Ahora, en vez de ganar la guerra., se trata de evitar la derrota”.

El hecho trascendente es que, después del desastre en las elecciones de comienzos de noviembre y en medio de un creciente rechazo a la guerra, Bush tiene en sus manos un análisis en profundidad que apunta a “que EE.UU. pueda comenzar a sacar a sus fuerzas de combate de Irak de manera responsable”. Es el fruto del trabajo de diez personalidades convocadas a comienzos de año por el Instituto para la Paz, entidad independiente establecida por el Congreso norteamericano. El grupo visitó brevemente Irak en agosto/septiembre. Laboraron en forma voluntaria –sin remuneración- y contaron con el apoyo de 171 especialistas. Todo ello avala, su seriedad. Y les dio libertad para utilizar un lenguaje extremadamente franco y duro:

  • No hay fórmula mágica para resolver los problemas de Irak”.
  • La situación… es grave y se está deteriorando. No hay un camino que garantice el éxito, pero las posibilidades pueden mejorarse”.
  • Los desafíos son complejos. La violencia crece en amplitud y mortalidad”.
  • El pueblo iraquí tiene un gobierno elegido democráticamente pero no está avanzando adecuadamente hacia la reconciliación nacional, no está entregando la seguridad básica ni los servicios esenciales. Cunde el pesimismo”.

Aunque le ha abierto una puerta, para Bush el paso no será fácil. En una primera reacción se reservó el derecho a estudiar las 79 recomendaciones del grupo “con seriedad” y “actuar de manera oportuna”. Nada más por ahora. Pero le queda poco tiempo.

Si la situación sigue deteriorándose, dice el informe, las consecuencias pueden ser muy graves. De precipitarse en el caos se podría producir el colapso del gobierno de Irak y una catástrofe humanitaria. Los países vecinos podrían intervenir. Los enfrentamientos entre sunitas y shiitas podrían aumentar. Al Qaeda lograría un triunfo propagandístico y ampliaría así su base de operaciones. La imagen global de los Estados Unidos se vería afectada. Los ciudadanos norteamericanos podrían polarizarse aun más”.

A fin de cuentas, la señal de advertencia más fuerte del informe va hacia el interior del propio pueblo norteamericano. La implementación de las recomendaciones, señalan los autores del documento, requiere de un gran esfuerzo, que debe comenzar por una decidida colaboración entre el Legislativo y y el Ejecutivo. Pero, añade, “su éxito depende de la unidad de los norteamericanos en tiempos de polarización política”.

Si no se logra este consenso, concluye, la política exterior está destinada al fracaso.

7 de diciembre de 2006

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