Hacia la acreditación internacional

La realización de la Prueba de Aptitud Académica (PAA) y del proceso de ingreso a la enseñanza superior de miles de jóvenes chilenos, vuelve a poner en el tapete de la discusión nacional el tema de la excelencia académica. ¿Qué esperamos de nuestras universidades y qué pueden exigir del sistema los padres y, sobre todos, los estudiantes? Estas son interrogantes que cada vez se plantean con más fuerza.

No es solo una preocupación chilena. Tampoco es una preocupación nueva.

En 1993, el Rector de la Universidad de Tennessee en Knoxville, Estados Unidos, el profesor William T. Snyder, lo planteó con crudeza:

“El futuro será un tiempo para concentrar la atención en la imagen, la misión, los objetivos y las estrategias... Será un tiempo de incertidumbre en relación al aporte del financiamiento público, a la planificación y a la evaluación de nuestros recursos más importantes al establecer las prioridades en este incierto ambiente financiero. Enfrentamos un período crítico sin precedentes, en relación a la confianza pública en la educación superior…

Independientemente de sus problemas específicos, ningún rector chileno podría dejar de suscribir estas expresiones. Todas las más de 60 instituciones del sistema -nuevas o tradicionales- enfrentan parecidos problemas, que no se reducen exclusivamente al ámbito financiero. Hay una inquietud mayor, que atraviesa toda nuestra sociedad y se refiere a cómo se puede evaluar la calidad de las universidades.

Terminada la era de oro de la enseñanza fiscal casi enteramente gratuita, todos los estudios universitarios implican hoy costos relativamente altos, ya sea que se asuman al contado o con pago diferido, gracias al crédito. Ello obliga a un cuidadoso estudio de riesgos y ventajas a fin de tener un mínimo de seguridad de que el estudiante recibirá una formación adecuada y que la universidad que lo acoge no sufrirá altibajos de ningún tipo.

En esta perspectiva, la tarea más urgente es la de generar mecanismos que certifiquen el cumplimiento de algunos niveles básicos, como calidad y número de académicos, equipamiento disponible, proyectos de investigación que se realizan y grado de sintonía del plantel con la realidad del país y su futuro.

Como en muchas otras tareas de la sociedad, en esta materia las vías posibles son dos: la acreditación a través de sistemas voluntarios, generados por las propias universidades, o la imposición de regulaciones desde el Estado. Aunque en ambos casos se persigue lo mismo, en tiempos de libertad de enseñanza y de creciente disminución de la injerencia del Estado en la actividad nacional, hay una fuerte corriente a favor de un sistema privado a condición, eso sí, de que garantice la seriedad de las evaluaciones.

La acreditación, así entendida, es, sobre todo, un esfuerzo conjunto de autoridades, académicos, estudiantes y administrativos. Sólo ellos pueden garantizar una calidad cada vez mayor en la formación de los estudiantes, asegurando al mismo tiempo una mejor respuesta a las necesidades de la sociedad chilena.

Con este propósito, la Universidad Diego Portales se integró a la Red Latinoamericana de Universidades, conformada por más de 20 planteles desde México a Argentina. El consorcio opera mediante un Consejo Consultivo de Acreditación, cuyas normas se inspiran en modelos académicos y administrativos probados por la experiencia internacional.

Desde el comienzo de este proceso, se han superado varias etapas. En el primer semestre de este año se realizó la visita de los llamados "pares evaluadores".

Anteriormente, en un trabajo al cual se integraron decenas de académicos de todas las facultades de la Universidad, se había completó una etapa de "autoevaluación". Ella comprendió los más variados aspectos: claridad de objetivos (definición y conocimiento amplio de la Misión y Principios); calidad académica (profesores, planes y programas); incentivos a la investigación; planes de desarrollo; participación de la comunidad en el desarrollo del plantel; infraestructura (equipamiento adecuado y locales), etc.

El grupo de "pares visitadores" estuvo presidido por el Dr: Juan Manuel Marcos Coordinador Universidad del Norte Asunción Paraguay y lo conformaban otros seis académicos de universidades de México, Centroamérica, Bolivia y Argentina.

Su misión consistió en verificar, mediante entrevistas y reuniones al más amplio nivel, la información previamente compìlada en la primera etapa del trabajo interno de los académicos de la Universidad y cuyo resumen –favorable- se entregó oficialmente al rector Manuel Montt, hace unos meses.

El presidente del grupo visitante subrayó su opinión positiva al decir que "la Universidad puede estar orgullosa de sí misma... la mayoría de los indicadores pueden considerarse satisfechos".

Todo esto pone de relieve la seriedad del trabajo de unos (visitantes) y otros (visitados) y, sobre todo, el alto nivel de la Universidad Diego Portales en su labor de formación de profesionales y en el logro de la meta de una acreditación que dé más que tranquilidad a quienes ingresan a ella y a sus familias.

Diciembre de 2000