Blogs: el diario de vida compartido.

Nunca las cifras fueron tan escurridizas: el año pasado el diccionario Meriam-Webster declaró que “blog” era “la palabra del año” en Estados Unidos, pero casi los dos tercios de los norteamericanos (el 64 por ciento, según datos de una consultora especializada) “no saben qué es un blog”.

En Chile la cifra del desconocimiento debería ser mayor. Pero hay cambios. El senador Fernando Flores se ha proclamado el profeta de esta nueva forma de comunicación que describe como “una nueva posibilidad de los seres humanos de hacer comunidades e inventar mundos juntos”. Sebastián Piñera, en vez de una página convencional en Internet, montó su propio blog. Y, como él, millones de internautas parecen haber encontrado una palanca para moverse en el mundo cibernético.

¿De qué estamos hablando?

La definición básica (gentileza de “Blogger.com”) dice que “un blog es un diario personal. Un espacio colaborativo. Un púlpito. Un terminal para entregar noticias de última hora. Una colección de enlaces....” Un diario personal. Como aquel que los adolescentes de otra época atesoraban, en cuadernos manuscritos y guardaban celosamente de miradas indiscretas, pero con una gran diferencia: estas anotaciones, colocadas en Internet, están abiertas al mundo. La mayoría, además, puede recibir e incluir comentarios. Por eso Fernando Flores cree que se trata de “un pequeño invento que está cambiando la cultura”.

La historia es brevísima: en la década de 1990 surgieron los primeros foros en Internet, en algunos de los cuales se enhebran un comentario con otro. Faltaba mucho todavía en materia de conectividad. Cuando finalmente se abrió la red en toda su amplitud, Jorn Barger acuñó el término “weblog”, que se puede traducir como “bitácora en red”, pero pronto se impuso el término definitivo –hasta ahora- de “blog”. En inglés es un sustantivo y un verbo y así lo consagró en el 2003 el diccionario Oxford.

El resto del cuento es ancho como el océano. Lo que al comienzo era tarea para iniciados hoy es un ejercicio rutinario, facilitado por empresas que proporcionan las herramientas para crear los blogs y mantenerlos en línea y agregarles todo tipo de información, incluyendo hasta fotos. ¿Resultado? Una enumeración rápida muestra que hay blogs personales, de pensamiento, de amistad, temáticos, informativos, políticos, mediáticos, legales, literarios, religiosos, grupales y corporativos en –dicen- 230 países y territorios..

Lo anterior no explica, sin embargo, la enorme fascinación que estos diarios ejercen en millones de adictos. La razón simple parece ser la necesidad de expresar y compartir información, pero –como sostiene el senador Flores- se apunta a los sentimientos y las emociones. El explosivo crecimiento de los blogs se produjo en Estados Unidos después del ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001 y sirvió para canalizar los sentimientos patrióticos. Ahora, paradojalmente, la “blogósfera” se inclina más hacia el rechazo a la guerra, la crítica política, la defensa del ambiente y, sobre todo, la comunicación a nivel personal.

Es lo que los creadores de Internet intuyeron en su momento, pero que nadie sabía cómo se iba a producir. Ni siquiera ahora se puede anticipar con certeza qué camino tomarán los blogs. Han servido a los periodistas. Pero también han permitido el engaño y el rumor, debido a su feble respaldo. Ya ocurrió en Estados Unidos precisamente tras los ataques del 11 de septiembre. Y podría repetirse.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas en Julio de 2005

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