Bush mira al mundo

A punto de cumplir su primer mes en la Casa Blanca, el Presidente George W. Bush no ha tenido, como temían los agoreros, ninguna crisis internacional de proporciones. Al contrario, apoyado en el prestigio de su secretario de Estado, el general retirado Colin Powell, y la experiencia del ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, quien ya ocupó el cargo hace un cuarto de siglo, se ha aventurado con aparente firmeza en un terreno que no le resulta cómodo. Debido a su falta de conocimiento personal, empezó llamando por teléfono a buen número de dirigentes mundiales, pero cuando habló con la nueva Presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal, se quedó literalmente sin tema. Mejor le ha ido con sus vecinos: ya entró en contacto con el Primer Ministro de Canadá y visitó al Presidente de México en la llamada “Cumbre de los vaqueros”. El día antes de viajar a México, el jueves, le tendió la mano -cordialmente- a todo el continente americano.

Pero no está tranquilo y lo ha subrayado dramáticamente.

Once años después del final de la Guerra Fría, el Presidente de los Estados Unidos siente que su país no tiene asegurada la paz. En dos discursos sobre el tema en los últimos días, aseguró a sus compatriotas y al mundo que no va a bajar la guardia. Lo único que ha cambiado, dijo, es el tipo de peligro y por lo tanto hay que cambiar la organización defensiva y las armas tradicionales.

La grave amenaza de las armas nucleares, biológicas y químicas no terminó con (el fin de) la Guerra Fría”, dijo en la sede del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de EE.UU. Esta nueva situación, resumió, obliga en un cambio revolucionario en el aparato industrial militar. En otras palabras: Nueva Tecnología. Después de saltar de los computadores personales a la red global, la revolución ha llegado al campo bélico:

-El poder ya no se define por el tamaño, sino por la movilidad y la rapidez de reacción. De manera creciente la ventaja se logra gracias a la información, como las imágenes tridimensionales de batallas simuladas que acabo de ver. La seguridad se logra mediante el sigilo y la fuerza proyectada con precisión mediante armas teledirigidas.

El propósito no será fácil de lograr, según se advierte por las primeras reacciones de la prensa norteamericana. Los proveedores tradicionales de la Defensa no están dispuestos a dejarse desplazar por las empresas de la nueva era de la economía digital. Ya antes hubo algunos intentos por lograr un vuelco en esta materia, pero la burocracia del Pentágono y los intereses económicos en juego fueron más fuertes que la voluntad presidencial.

Tampoco los aliados europeos de Estados Unidos se han mostrado muy contentos.

La visión del mundo de George W. Bush sigue siendo la misma que quedó en evidencia durante la campaña presidencial: entre Europa y los vecinos, se queda con los vecinos del continente. Como recordó The New York Times, una sola vez en su vida adulta ha estado en Europa (de visita a Italia). Y precisamente los dirigentes europeos se preguntan hacia dónde apunta una concepción estratégica, que podría reforzar las defensas norteamericanas y debilitar la OTAN. El fin de la Guerra Fría abrió la posibilidad de que la alianza occidental se convirtiera en una fuerza estabilizadora que uniera a los antiguos adversarios, por encima de los restos del Muro de Berlín. Pero, para ello es fundamental la participación plena de Estados Unidos.

La teoría parece ser de menor compromiso. La argumentación básica de Bush es que los peligros que enfrenta su país son ahora “más difíciles de ver y más difíciles de responder”. Coincidiendo con lo que se puede ver casi todos los días en la televisión y en el cine, el enemigo no es un poderoso Ejército convencional, sino pequeñas células de fanáticos capaces de concretar sus amenazas sin ser detectados. Por ello. afirmó Bush que “no tenemos mayor prioridad que la defensa de nuestro pueblo contra los ataques terroristas”.

El tono no deja lugar a dudas. Pero ¿se llegará a concretar?

No es fácil. Ya se dijo, hay intereses poderosos en pugna. Y, también, un costo que recién se empieza a calcular, según tuvo que reconocer el propio Bush.

Publicado en El Sur de Concepción el 16 de febrero de 2001