Cadáveres respetables

Sus organizadores proclaman que se trata de una muestra educativa: “una experiencia educacional enriquecedora”, dijo a radio Cooperativa el médico Roy Glover. Y así lo entendieron las autoridades chilenas que le dieron su apoyo a la muestra “Bodies, the exhibition”, que se presenta en Santiago, en el Espacio Kennedy. La iniciativa tiene, además, el significativo respaldo de la Facultad de Medicina de la U. de Chile (Cecilia Sepúlveda, su decana, sostuvo que había que hablar de “arte y ciencia”) y el Metro.

Estará abierta por algunas semanas, aunque no se descarta extender el plazo, sin planes de llevarla a otras ciudades. Parecería, pues, una típica polémica centralista como las que ocupan sólo a los santiaguinos.

Pero no basta con discutir sobre los méritos educativos o estéticos de esta exposición pública de cadáveres enteros o fragmentados (casi todos). El tema tiene, por lo menos, dos aristas polémicas: 1) determinar si efectivamente se trata de cadáveres donados y 2) aunque lo fueren, preguntarse acerca del sentido profundo de su exhibición pública a ocho mil pesos la entrada para adultos.

La primera pregunta no ha tenido una buena respuesta. Los organizadores no han entregado pruebas, sino afirmaciones como las del propio Glover: “Los cuerpos de exhibición que van a Chile son donados. Fueron donados a escuelas de Medicina por los individuos o miembros de sus familias… Cuando se donaron, fueron específicamente para propósitos educacionales”. (¿Se incluye en ellos el negocio?) Se contradice esta afirmación con otra, según la cual serían en realidad cadáveres de individuos sin parientes conocidos y que el gobierno chino dio la autorización para usarlos.

Cuando se presentó la muestra en Barcelona, se aseguró que el tratamiento que se aplicó a los cuerpos se hizo en la universidad de Dalian en Liaoning, lo que sería una discutible garantía de seriedad.

Pero la acusación más grave es que podría tratarse de personas ejecutadas. The New York Times desató las primeras dudas en 2006. Se habló de una “fantasmagórica nueva mini-industria clandestina”: el comercio de cadáveres para escuelas de Medicina u otras actividades. No hay que olvidar que China sigue siendo uno de los países que más ejecuciones realiza cada año. Como se destacó en un foro en TV, para Chile, que tiene una dolorosa historia de detenidos desaparecidos, es decir de seres humanos que fueron dinamitados o lanzados al mar, este no es un aspecto menor.

Y también está, confundiéndose con el atractivo morboso, el tema del respeto al ser humano: en vida o después de muerto.

En los últimos años aprendimos que la exhibición de momias -ya sea de Egipto, de las cumbres andinas o el Desierto de Atacama, debe terminar. La niña del cerro el Plomo no es una muñeca: fue un ser vivo, como Tutankamón o cualquier cadáver, antiguo o moderno. No son fenómenos de feria.

Y merecen descansar en paz.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas en marzo de 2008

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