Contradicciones de Chávez

Un periodista mexicano, que ha entrevistado en tres oportunidades al Presidente Hugo Chávez de Venezuela, ha puesto en evidencia al vehemente jefe de Estado venezolano. "(Cuando era candidato) era mucho más ingenuo y mucho menos combativo”, sostuvo Jorge Ramos en un texto publicado por El Mercurio. “No se le había subido el poder a la cabeza. Ha habido una clarísima evolución de Chávez. Es cada vez más intolerante y grosero. En la última entrevista que le hice fue muy grosero conmigo. Enojándose por las preguntas que le hacía, ofendiéndome y culpándome por hacer mi trabajo", recuerda.

Este engolosinamiento con el poder no es inevitable. Pero es más frecuente de lo que nos gustaría. En marzo de 1974 el general Augusto Pinochet insistió ante un trío de periodistas de la revista Ercilla entre los que estaba yo, que no pretendía eternizarse en el gobierno. Su mensaje fue el mismos de los seis meses anteriores: no había ambición personal en el golpe que derrocó al Presidente Allende (naturalmente habló de “pronunciamiento”) y no prolongaría la estadía en el poder más allá de lo necesario (“metas y no plazos” era la fórmula algo ambigua pero que pretendía soslayar todo interés personal.

Fue más tarde cuando los chilenos nos enteramos que los plazos eran más largos que los que se anunciaban. Y que la Constitución de 1980 hacía posible que la permanencia en el poder se prolongara por casi un cuarto de siglo. Se habló entonces de “la concupiscencia” del poder. Era la misma poderosa tentación que movió a Francois Duvalier a proclamarse Presidente Vitalicio de Haití o que mantuvo a Francisco Franco inconmovible en el poder hasta su muerte.

¿Por qué nos habría de sorprender que Chávez Frías ahora quiera reelegirse indefinidamente?

Su justificación –la misma en estos casos- es que ha descubierto la fórmula perfecta para resolver todos los problemas que aquejan al mundo. Ha pedido renovar la ONU y trasladar su sede de territorio norteamericano. Llegó a la cumbre Iberoamericana pidiendo cambiar el tema propuesto por la Presidenta Michelle Bachelet. En Nueva York, el año pasado recomendó un libro de Noam Chomski. Y este año, en su propio país, el pasado 2 de junio, recurrió a Antonio Gramsci para explicarse::

Voy a valerme del pensamiento, de algunas de las ideas de ese gran pensador revolucionario italiano, Antonio Gramsci, para hacer una reflexión sobre el momento que estamos viviendo…. Una verdadera crisis histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo pero no termina de morir y al mismo tiempo hay algo que está naciendo pero tampoco termina de nacer… Aquí en Venezuela (…) estamos en una verdadera crisis orgánica, una verdadera crisis gramsciana, una crisis histórica. Lo que está muriendo se niega a morir y todavía no termina de morir y lo que está naciendo tampoco ha terminado de nacer. Estamos en el epicentro de la crisis. Buena parte de los años por venir formarán parte de esa crisis histórica hasta que no muera definitivamente la IV República y nazca plenamente la V, la República socialista y bolivariana de Venezuela”.

Su apoyo, dice Chávez, nace del pueblo que lo ha elegido democráticamente. Pero ¿es verdaderamente así? El escritor argentino Marcos Aguinis lo duda: “Hay dos maneras para que el autoritarismo llegue al poder: a través de un golpe de estado o elecciones. Hitler fue elegido democráticamente al igual que Chávez. El voto no garantiza una democracia”.

El de Chávez no es el único caso.

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