El Ejército y la Universidad

Como parte de un proyecto de cambio profundo de la formación de oficiales del Ejército de Chile, se firmó recientemente un convenio entre dos planteles de enseñanza superior y la Escuela Militar. El propósito anunciado es que, en un plazo relativamente corto, los futuros alfereces tengan, a su egreso, una licenciatura que los habilite para continuar sus estudios y perfeccionarse pudiendo obtener los grados de Magister o de Doctor.

La información, dada su trascendencia, ha causado sorpresa.

No debería ser así, sin embargo.

Si se examinan con cuidado los antecedentes, especialmente los que dio a conocer el Director de Institutos Militares en la ocasión en que se concretó el acuerdo, resulta fácil entender el objetivo que busca el Ejército y las ventajas que presenta para dicha rama de las Fuerzas Armadas esta novedosa asociación. Dijo el general Juan Emilio Cheyre: “No se trata de un cambio de doctrina o filosofía del Ejército, pero sí de un profundo cambio del proceso educacional adecuado a la realidad de nuestro país”.

Por su parte, el comandante en Jefe, el teniente general Ricardo Izurieta hizo notar que lo que se requiere, más que equipos modernos, son “líderes capacitados, intelectual, física y síquicamente y con una sólida moral que les permita actuar en el nuevo entorno en que se desarrollará la función militar”.

Queda, sin embargo, la otra cara de la medalla. ¿Qué aportan y qué ganan las universidades?

En lo que se refiere a la Universidad Diego Portales, nos parece que lo primero que destaca en este convenio es el reconocimiento a su mayoría de edad. Como suele decir el Rector Manuel Montt, este es un plantel todavía demasiado joven. Pero, como lo han comprobado miles de estudiantes en los años transcurridos desde su creación, la Universidad Diego Portales ha ido caminando firmemente hacia su consolidación. Ya sabemos bien que una universidad no es sólo un lugar donde se forman profesionales, por muy alta que sea la calidad de los conocimientos que reciben. Aunque suene a lugar común, una universidad es -sobre todo- un lugar de encuentro, de puesta en común de inquietudes y saberes, de descubrimiento de nuevos mundos y, muy especialmente, de transmisión de valores.

Desde su creación, la Universidad Diego Portales apuntó en la dirección correcta cuando planteó que su misión consiste “en educar, enseñando y formando profesionales y graduados, sobre la base de la búsqueda responsable, rigurosa y científica de lo verdadero, lo justo y lo bello”. En cumplimiento de estos propósitos, ha ido abriendo nuevas Facultades que, todas en su propio ámbito, descubren nuevos horizontes a la comunidad nacional.

Habría que nombrarlas a todas, pero ciertamente la Facultad de Derecho, que tan importante papel ha tenido en la reforma procesal penal y que desempeñó desde el comienzo un papel destacado en el análisis de los derechos humanos, es una especie de buque insignia en la tarea de combinar renovación y tradición. Y está, desde luego, la Facultad de Ciencias de la Comunicación e información, cuyo programa Prensa y Educación fue recibido con profundo interés por periodistas y propietarios de medios de todo el continente en la reciente asamblea de la SIP. Junto con las Facultades de Ciencias de la Ingeniería y de Ciencias Humanas, la Escuela de Periodismo de esta Facultad ha investigado en variadas áreas que dicen relación con el tema fundamental de nuestro tiempo: la Sociedad de la Información.

Todas las unidades académicas de la Universidad mantienen un intercambio permanente en la implementación de nuevas tecnologías y en la reflexión y análisis de su significado. Arquitectura, la más nueva, incorporó a Diseño, que ya tenía un bien ganado prestigio. Sicología ha sido responsable de la introducción en Chile de programas avanzados como los del Dr. Reuven Feuerstein, y Administración tiene una madura historia en la dictación de programas de Negocios (MBA).

Todo esto, es parte del balance de lo logrado por la Universidad Diego Portales. Es un proceso que no se puede interrummpir porque la competencia es dura y hay muchos otros prestigiosos planteles empeñados en parecidas tareas. Sin embargo, según nos parece, este convenio con el Ejército, como otros con diversas instituciones de Chile y del extranjero, sólo puede entenderse como una vigorosa señal de solidez. Antes de cumplir sus primeros veinte años de vida, la Universidad Diego Portales ha concluido satisfactoriamente una primera etapa, tal vez la más difícil de todas.