Una dura mirada desde fuera

En ''Es la prensa, estúpido, es la prensa'', Alejandra Sepúlveda y Pablo Sapag, dos jóvenes periodistas afincados en España nos obligan a los chilenos al duro ejercicio de mirarnos tal como nos ven desde fuera.

Lo hacen a propósito de la larga detención del senador vitalicio Augusto Pinochet en Londres. Pese a su agresivo título, la obra debe ser entendida como un serio estudio de una realidad que generalmente pasamos por alto: que a pesar de Internet y de habernos internado con éxito en la nueva economía y en la sociedad de la información, todavía estamos en pañales a la hora de comprender el verdadero alcance de la globalización de las comunicaciones. País isla desde siempre, la razón nos dice que debemos tener en cuenta la realidad internacional, pero al final nos quedamos en el sentimiento, confiando en que el mundo comprenderá nuestras buenas intenciones, esperando que nos retribuyan aquello de cuanto queremos ''en Chile al amigo cuando es forastero''.

Los chilenos -todos: de uno y otro bando, exiliados o residentes en Chile- creíamos, como siempre, que merecíamos que no se nos metiera en el montón. Sentíamos que las autoridades y el pueblo de España reaccionarían de otra manera frente a las determinaciones del juez Baltasar Garzón y por ello nos aferramos a cualquier indicio de debilidad y a cualquier crítica. Pinochet regresó a Chile exclusivamente por obra y gracia de un diagnóstico médico.

A estas alturas, todos sabemos lo que pasó en Londres. Y tenemos nuestra opinión formada. Parecería difícil, pues, que este par de jóvenes periodistas fueran capaces de aportarnos alguna novedad.

Pero así es. Y ello ocurre por una razón muy simple: lo que Alejandra y Pablo nos muestran es que, fuera de Chile, la verdadera imagen de Pinochet es la que han dibujado los medios a lo largo de los años, a partir de 1973: un hombre encastillado detrás de sus lentes oscuros, cruzado de brazos en simbólico rechazo de cualquiera presión o estímulo proveniente del exterior.

Era a ese personaje y a todo lo que representaba, a quien buscaban castigar el juez Garzón y la mayor parte de la opinión pública internacional.

Debo confesar que al comienzo me parecieron exagerados el título y el planteamiento de este libro. Es, probablemente, la reacción propia de un chileno también -espero- bastante típico. Pero, al terminar la lectura, me he dado cuenta de que es un acierto y no es el único, desde luego. Efectivamente, ''Es la prensa, estúpido, la prensa''.

Lo penoso es que el estúpido aquel somos, hasta cierto punto, todos nosotros, que todavía no logramos entender plenamente este juego de imágenes y espejos del mundo contemporáneo.

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Publicado en El Sur de Concepción el 8 de Setiembre de 2001