Editorial

Elián en el ojo de la tempestad periodística

“Día de dispares emociones”. (El Nuevo Herald. Miami).
“Street protests end; strike called for Tuesday” (The Miami Herald).
“Elián González Is Reunited With His Father After Being Seized by U.S. Agents in Miami”. (The New York Times.
“Reúnen a Elián Con Su Padre En Washington”. (El Mercurio)
“Brutal rescate del niño cubano” (La Nación. Santiago.

¿Cuál era la noticia en la mañana del Domingo de Resurrección? Obviamente el rescate del “balserito” cubano Elián González de manos de sus parientes de Miami y la entrega a su padre, que lo esperaba en Washington.

Así lo informó la prensa del mundo, siguiendo las aguas por las que navegó la televisión y la radio en las largas horas del Sábado Santo.

El que la noticia ocupara los lugares más destacados era de esperar. Lo que cabe analizar es el ángulo y el énfasis. Tanto The New York Times como El Mercurio apuntan en sus titulares a lo esencial: la entrega del niño a su padre, pese a que todavía estaba impedido de abandonar territorio norteamericano. Es, hasta cierto punto, aunque en otro estilo, lo mismo que hace “El Nuevo Herald”, que resume las “emociones” que marcaron la jornada en Miami: la frustración y la ira de la comunidad cubana, que incluso puso una bandera norteamericana en un tacho de basura, quemó neumáticos y señales callejeras en la calle y -para variar- atacó a los periodistas, junto con la emotiva imagen de Elián en brazos de su padre, al lado de su medio hermano. Para este diario, no era fácil presentar el caso, ya que, aunque no siempre coincide con las posiciones del exilio cubano, sabe que sus lectores están ahí, en la Pequeña Habana y debe cuidarlos y cuidarse.

Ninguna información nunca se agota en los titulares. Subrayando posiciones, reforzando lecturas o incluso diciendo lo que no se decía en palabras, cada medio hizo lo suyo desde su particular punto de vista político y periodístico. El Mercurio complementó el sobrio titular principal con la polémica fotografía del operativo en la cual aparece Elián, aterrorizado, frente a un agente federal fuertemente armado. Esta era, sin duda, parte de la información, y así lo entendieron varios de los periódicos aquí estudiados, pese a las explicaciones de Janet Reno, la Secretaria de Justicia, que insistió en que en ningún momento Elián estuvo en peligro.

The Miami Herald, por lo menos en su versión en Internet, obvió esta imagen en primera página y colocó, en forma destacada, una fotografía de los disturbios, junto con otra más pequeña, de Elián y su padre. “El Nuevo Herald” impreso siguió con los juegos de equilibrio y puso ambas imágenes: la del aterrorizado Elián y la del feliz Elián, abrazado a su padre, probablemente la combinación más ecuánime.

En Santiago, lejos del torbellino de esta noticia, La Tercera, El Metropolitano y La Nación usaron la misma foto del niño aterrorizado.

Lo de La Nación merece un comentario adicional.

Tanto el título como la fotografía acentuaron el ángulo más negativo: “brutal rescate”.

La explicación fácil es un sesgo informativo exagerado. Pudiera parecer que algunos periodistas chilenos, luego del voto en contra de Cuba en Naciones Unidas se han sentido autorizados para descargar sus fuegos contra el régimen castrista.

Lo que no resulta fácil de entender, si así fuera, es cómo entra en esta ecuación la crítica -abierta o implícita- contra la actuación del gobierno norteamericano, blanco de los cubanos de Miami, en especial el Presidente Clinton y la secretaria Reno.

Más probable, en cambio, parece que se haya tratado de una simple falta de reflexión, enfermedad cónica del periodismo chileno, que parece agudizarse en los feriados largos y en época de vacaciones.

El viejo cuento, que ni siquiera en las escuelas de Periodismo se enseña ahora de que es más noticia que “un hombre muerda a un perro”, parece ser la razón: el agente armado frente al niño indefenso es la gran noticia.

Pero ¿es realmente así? Se ignora, por ejemplo, la larga batalla judicial, encabezada por el tío abuelo de Elián, quien utilizó todos los recursos posibles, con el evidente apoyo político de la comunidad cubana. Y cuando se agotaron los recursos judiciales, se optó por no hacer caso de las decisiones de la justicia, dándole largas al asunto. Pero lo peor es que, al hacerse parte de esta visión, se ignora también que el obvio daño sicológico de Elián no será tanto por los tres minutos que duró el rescate, sino por sus días en el mar, cuando fue quedando solo, o los meses en la jaula dorada de Miami, donde parientes y amigos interesados lo rodearon de lujos que seguramente no conocería nunca en Cuba (ni tampoco en Chile o incluso en muchos países desarrollados), presionándolo, manipulándolo... haciendo de él una marioneta ante las cámaras de video.

Esta historia, en la medida que se fue alargando, no podría tener un final feliz-feliz. Pero está teniendo el único final posible: el que Elián, que es un niños que ha sufrido mucho, vuelva a su familia en Cuba y deje de ser un instrumento de una lucha llena de odios de más de 40 años en que fue tironeado sin piedad.

Cualquier periodista serio que hubiera estudiado el caso un par de minutos podría haberlo entendido así, independientemente de su rechazo o afecto personal frente al régimen cubano. Pero, al parecer, los únicos que no lo hicieron fueron los colegas que estaban de turno en diarios y canales de TV el Sábado Santo en Chile.

Es una verdadera lástima. Por decir lo menos.

Abraham Santibáñez