Editorial

El Día de la Libertad de Prensa

Santiago, 8 de Mayo de 2001

En el mundo el Día de la Libertad de Prensa, fue recordado de un continente a otro el pasado 3 de mayo. Tiene, incluso, un logotipo, que funde una paloma de la paz con una mano abierta y un lápiz. Pero en Chile, apenas fue tímidamente celebrado en los medios y en algunos círculos académicos. En este sentido, hay que reconocer el mérito de la Universidad Diego Portales, que hizo un gran festejo e invitó al director de La Segunda para que disertara sobre "Qué pide el periodismo a las Escuelas".

¿Por qué la timidez de periodistas y empresarios?

La única explicación reside en el inveterado temor de los chilenos a la libertad de expresión y, muy especialmente, a la libertad de prensa. Recién ahora, cuando todavía no se promulga la Ley de Prensa que tanto costó que aprobaran senadores y diputados, empezamos a darnos cuenta de sus muchas insuficiencias.

Nadie niega que es un avance el término de la posibilidad de que los tribunales militares sometan a proceso a periodistas por "sedición impropia". También lo es la eliminación del privilegio que les daba a unas 300 autoridades -y otras no tanto, como el general Gabrielli- de querellarse por Ley de Seguridad del Estado. Igualmente, aplaudamos que no habrá más requisiciones de libros ni prohibiciones de informar.

Pero ello no es suficiente. No se ha logrado lo que más se necesita y que ninguna ley, por perfecta que fuese, podía lograr: el consenso a favor de una información libre y transparente, sin resquicios ni reservas. Tampoco se genera por ley una sociedad con periodistas orgullosos de su profesión, respetados, capaces de ser verdaderamente el Cuarto Poder.

En Chile no se cometen actualmente crímenes atroces contra los periodistas, aunque los hubo en tiempos no muy lejanos. Se aproxima el momento en que Alejandra Matus pueda volver al país. Se está terminando la era de las prohibiciones judiciales. Pero lo hacemos como con vergüenza, con la típica actitud del chilenito apocado, al cual se le opone otro estereotipo, el "descartuchador" audaz, ensoberbecido en su ignorancia, que cree que el buen periodismo se basa en la descalificación permanente.

No fue esto lo que se consagró hace diez años en Africa y se refrendó después en Santiago y que se simboliza en el logotipo del Día de la Libertad de Prensa. Es un homenaje al valor y a quienes creen en valores. Es el reconocimiento a quienes han luchado contra toda dictadura, han denunciado la corrupción y el abuso, y, porque creen que el periodismo es, sobre todo, un servicio no se han contentado con un par de rumores recogidos al pasar. Como resultado, han hecho periodismo en serio, investigado en profundidad y presentado en forma amena y responsable.

Abraham Santibáñez