Editorial

Los magros frutos del proceso legislativo

Santiago, 21 de Mayo de 2001

La promulgación de la Ley de Prensa, un decenio después del comienzo de su gestación y a ocho años de su envío al Congreso, no provocó las explosiones de júbilo que cabía esperar. Como lo dijeron las propias autoridades de gobierno, quedan tareas pendientes y no son pocas.

En entrevista con El Mercurio el ministro Claudio Huepe hizo notar que no puede haber satisfacción en materia de libertad de expresión mientras persistan “algunas situaciones que hay que aclarar”. En especial mencionó, “la llamada Ley Otero, el artículo 171. a del Código Penal que establece drásticas sanciones a los medios y periodistas que puedan interferir en la vida privada. En este tema.... es necesario trabajar mucho más para buscar un equilibrio adecuado entre esos dos principios (la libertad de expresión y el derecho a la vida privada). Está también pendiente el control ético de los colegios profesionales, particularmente en el caso de los periodistas”.

Igualmente, pese a que en un momento de entusiasmo el propio ministro aseguró que el tema estaba superado, queda por encarar los efectos del impacto tecnológico, en especial los medios en Internet. La televisión digital, que abre la posibilidad de colocar más frecuencias en un mismo espacio, también plantea desafíos nuevos a quienes creen que todo se resuelve con más regulaciones y más leyes restrictivas.

Como dijo el ministro Huepe, el lento despacho de la Ley de Prensa no se debió a ningún sector político en particular, sino a divergencias “bastantes transversales”. El mejor ejemplo de estos temores y reticencias es el de la Ley Otero: a muchos les ha venido como anillo al dedo, ya que pueden descalificarla políticamente, pero no dejarían de usarla si les pareciera necesario.

La ambigüedad es, ciertamente, un problema cultural que no se puede resolver con más leyes, sino con un cambio de actitud. Pero este debe empezar por el ejemplo de quienes tienen autoridad e influencia. No basta con no querellarse. También es necesario que el Estado y todo el sistema institucional -público y privado- se decida de una vez por todas a facilitar el acceso a información hasta ahora negada. Fue uno de los puntos que destacó, en su intervención en la escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, Cristián Zegers el 3 de mayo, Día de la Libertad de Prensa.

En este sentido, con su inesperado llamado a la paciencia, el Presidente Lagos sin duda ha decepcionado a quienes lo escucharon en la promulgación de la Ley de Prensa. Al decir que todo tiene su tiempo, pareció justificar los largos ocho años de espera para que -según su poética metáfora- esta normativa finalmente diera sus frutos.

La verdad es que fue mucha la espera y los frutos -en este caso concreto, por lo menos- pocos.

Abraham Santibáñez