Editorial:

La guagua de Carlita y las noticias-noticias

Santiago, 5 de Mayo de 2002

No faltan quienes -con razón- se quejan del deplorable nivel de nuestra prensa como lo muestran los titulares, centrados en los infortunios de la pareja formada por Miguel Piñera y Carlita. La extravagancia del caso obligó incluso al obispo emérito Bernardino Piñera a pronunciares, no acerca de las aventuras sentimentales de su sobrino, sino sobre el sentido de la relación que se ventilaba a los cuatro vientos. Aunque parezca insólito, periodistas de TVN han debido aclarar que no se han involucrado en el tema, no por el parentesco del mismo Miguel Piñera con la autoridad máxima del canal sino por el hecho simple de que se trata de una noticia no noticia, de un acontecimiento propio de la farándula y que probablemente nunca debió figurar en letras de molde... o de computador.

La réplica permanente en estos casos, por parte de quienes aseguran que se trata de informaciones legítimas es que la gente tiene derecho a saber y que el periodista no puede ser un censor de la sociedad.

Estas afirmaciones son ciertas, pero a nuestro modo de ver, aquí están aplicadas en un contexto equivocado.

Lo que la gente tiene derecho a saber son los temas -grandes o pequeños- que tienen que ver con el desarrollo de nuestra sociedad. No sólo los temas “macro”, como se dice ahora, ni únicamente los temas “serios” o profundos. Pero sí con aquellos que sirven de ejemplo, porque son positivos, o de voz de alarma, porque denuncian, ponen el dedo en la llaga, o muestran aspectos lamentables o dolorosos de nuestra realidad. Nada de eso ocurre en el caso mencionado. Ni siquiera la prominencia de los personajes, uno de los “elementos” más tradicionales de la noticia, es tal como para justificar algo más que un pequeño párrafo en la sección chismografía de cualquier medio.

Ante esto, se agrega otro argumento: a la gente le interesa conocer los entretelones de una relación de este tipo.

No parece ser así.

Un breve viaje al extranjero nos permitió comprobar un hecho notable: quien quiere enterarse de lo que ocurre en Chile mediante las páginas de diarios y revistas en Internet, hace caso omiso de estos líos de faldas, alcobas y pañales.

En forma reiterada, chilenos de distinto nivel cultural y económico, que siguen las noticias por diversos medios, incluyendo los diarios que han llevado el pandero en este affaire, mostraron su total desconocimiento en este tema.

En tiempos de Gutenberg, en los que todavía vivimos muchos chilenos -y buena parte de los ciudadanos del mundo- que todas las mañanas miramos los periódicos impresos, la pauta la fija el medio: no hay manera de escapar a un titular de primera página. En cambio, el mismo titular en Internet se diluye frente a hechos de verdadera trascendencia como el Plan Auge, las disensiones en la Concertación , o el acuerdo con la Unión Europea.

Esta gran ventana al mundo y a nosotros mismos, que es Internet, que nos permite llegar a intimidades peligrosas, como lo demuestra el video del profesor Rossa, es sobre todo, un gran instrumento de información. Y, por lo que estamos empezando a vislumbrar, también puede ser un instrumento de liberación del lector de la miopía de algunos editores, convencidos de que el nivel de sus lectores no pasó más allá de la Carlita, Miguel Piñera o los desahogo s del Profesor Rossa persiguiendo en despoblado al Guru-Guru.

Abraham Santibáñez