Editorial:

Justicia “en la Medida de lo Posible”

Santiago,  12 de Enero de 2003

Si las cosas no terminaron fáciles para el gobierno en el 2002, en los último días se han puesto peor. La decisión del juez Carlos Aránguiz de someter a proceso al ex biministro Carlos Cruz hizo llegar peligrosamente cerca de La Moneda el fuego desatado por las coimas y agravado por el caso Gate.

No se ha reparado, al parecer, en el hecho simbólico que hace 20 años, cuando culminó la crisis económica, también un ministro -entonces fue Rolf Lüders- terminó arrastrado por el vendaval que él mismo había desatado. Esta vez fueron las declaraciones de Cruz, quizás ingenuas, sin duda muy honestas, probablemente ajenas al profundo efecto que iban a provocar, sirvieron de detonante de las angustias en que se debaten el gobierno, la Concertación y, en lo personal, el propio Presidente de la República.

Ya quedó en claro que también no fue muy feliz en sus cálculos el ministro secretario general de Gobierno cuando resumió lo ocurrido el año pasado y sostuvo que al final quedaría como “el año de la probidad”. Nos pareció entonces que pecaba de optimismo. Que es cierto que, apelando al mismo lugar común que ha usado el Presidente Lagos, esta crisis “es una oportunidad”, y por lo tanto podemos creer que en definitiva el sistema político va a salir reforzado y más transparente. Pero, para ello, todavía falta.

En este momento -todavía en la primera quincena de enero- falta saber qué decisión va a tomar la Corte Suprema respecto de los desafueros. Se ha dicho que lo más probable es que los conceda. Que esa sería la razón por la cual el juez Aránguiz ha actuado con tanto entusiasmo. Pero también podría ser de otro modo. Aunque efectivamente el Poder Judicial logró, finalmente, librarse de toda tutela y está actuando en forma plenamente independiente, también están conscientes los ministros -o deberían estarlo- que a ellos también les cabe responsabilidad en la estabilidad del sistema democrático.

Tal vez la prudente cautela de la cual hizo gala como Presidente Patricio Aylwin -buscar justicia “en la medida de lo posible”- es lo que corresponde en estos agitados días.

Ahora no se trata de preocuparse por lo que hagan o puedan hacer las fuerzas armadas, sino de velar por el prestigio del sistema político y su consolidación.

Abraham Santibáñez

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