Editorial:

Una buena causa mal defendida

Santiago, 12 de Octubre de 2003

No es fácil entender los procesos mentales de la diputada Pía Guzmán. Poseedora de cierta elegancia y grata presencia, llegó al Congreso en alas de su buena gestión y mejor publicidad en Paz Ciudadana. Se la ha identificado en causas nobles, al tiempo que ha mostrado serenidad y buen criterio, pese a su afición a incursionar con excesivo entusiasmo ante las cámaras y los micrófonos en cuanto tiene oportunidad. Pero ¿quién podría lanzarle la primera piedra?

Una vez más sin embargo, como le ha pasado a otros honorables parlamentarios, a no pocos hombres públicos y a destacados personeros de la vida nacional, el entusiasmo mediático la traicionó. Una grave denuncia, sin suficiente respaldo, la llevó a cometer el peor pecado imaginable entre la clase política: disparar a la bandada. Todo indica que, tal como ocurrió antes con el ex ministro Francisco Javier Cuadra, diputados y senadores cerrarán filas y buscarán un “ejemplar castigo” como suele decirse en estos casos.

El tema es más complejo de lo que estas airadas reacciones han planteado.

Efectivamente la pedofilia y las actividades conexas que se investigan –celebraciones orgiásticas con menores, videos y drogas- son rechazadas de plano en nuestra sociedad. Pero, al parecer, hay quienes, en el cumplimiento legítimo del deber, han forzado el caso. Así lo cree Luis Hermosilla, abogado del empresario Claudio Spiniak, quien denunció el operativo de carabineros como excesivo, aunque se resistió a utilizar la palabra “montaje”. Pero las escenas captadas por la televisión, oportunamente alertada, mostraron a policías vestidos para una aparatosa operación bélica, de la cual la única conclusión posible sería: ¡Cómo se preocupan de nuestro bienestar y de la seguridad de nuestros hijos los efectivos policiales!

No ha habido, como pidió el abogado Hermosilla, consideración alguna por quien, en definitiva, más que victimario, es posiblemente una víctima de sus propias inclinaciones, que debería ser atendido por profesionales de cuerpos y almas, más que encerrado y enjuiciado... aparte de que difícilmente tendrá un juicio justo, como es hoy la norma en la regiones donde ya se implementó la reforma procesal penal.

En este contexto, el que la diputada Guzmán arremeta contra tres innominados parlamentarios, o que otro diputado diga que hay oficiales de ejército involucrados, y que el químico Winston Michelson sostenga que todo es “una cortina de humo”, debería hacernos reflexionar.

Preguntarnos, una vez más, acerca de nuestras motivaciones y los objetivos de estas denuncias de tanto impacto que, una vez lanzadas, difícilmente podrán retirarse u olvidarse.

Los inocentes –que los hay- no podrán recuperar plenamente la honra y la dignidad irresponsablemente puestas en duda. Ninguna explicación será suficiente para disipar las sospechas y alejar toda sombra de duda.

Abraham Santibáñez

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