Editorial:

Colonia Dignidad y el esfuerzo femenino

Santiago, Domingo 13 de Marzo de 2005

Antes que terminara la primera quincena de marzo el receso veraniego quedó arrinconado como suele ocurrir con los recuerdos de vacaciones: uno promete que los revisará (y revivirá) más adelante, pero ello nunca ocurre. El retorno a las actividades habituales hace que los días pasados junto al mar, en el campo... o incluso en la ciudad, se vayan anidando en nuestro disco duro sin pena ni gloria. Ha habido –claro- demasiados acontecimientos que tomar en cuenta. Algunos se comentan en esta página. Otros están pendientes, como el llamado de atención para tantos de nosotros que significa la captura de Paul Schaefer.

Cuatro décadas de denuncias, iniciadas en la vieja revista Ercilla por la periodista Erica Vexler, cubren una historia de encubrimientos, complicidad, dolores y frustraciones. Y, sobre todo, una tremenda responsabilidad de aquellos que gozaron el favor de los colonos y sus directivos y los defendieron hasta hace poco. Es cierto que nunca se puede prescindir del principio de inocencia. Pero, por decir lo menos, resulta de una terrible ingenuidad que esgrimiendo este principio numerosos líderes de opinión pública hayan mirado para el lado o, directamente, se hayan hecho cómplices de los horrores que allí ocurrieron.

En tiempos que el periodismo nos da la impresión de que ha perdido la brújula, conviene recordar que la historia de las sospechas sobre el enclave de Schaefer, comenzó con una denuncia en una revista, se mantuvo vigente gracias al esfuerzo de un puñado de periodistas que persistieron en investigar el tema y llega a su etapa decisiva por la acción de Canal 13. Aunque ha habido varios reporteros destacados en esta larga y muchas veces frustrante investigación, hay que hacer notar que han sido mujeres: Erica Vexler, Mónica González, la actual directora de Siete, y por supuesto Carola Fuentes quienes marcaron los hitos más importantes de esta investigación.

Es algo sobre lo cual deberíamos reflexionar en estos días de opinólogos exhibicionistas y en que la silicona se convirtió en el sustituto de las neuronas.

Abraham Santibáñez

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