Editorial:

Sobre el buen decir y el buen escribir

Santiago, 24 de Abril de 2005

El candidato Joaquín Lavín, que se queja de la falta de renovación en los cuadros de la Concertación, pese a que el mismo insiste en llegar a La Moneda después de haber fracasado en un primer intento y haber perdido cuando apoyó la continuidad de Pinochet en 1988, ha estrenado también una nueva teoría ortográfica: poner tilde cuando se quiere enfatizar una palabra.

Esta, al menos, fue la explicación al error cometido en el estreno de su nuevo eslogan: “Ahora de toca a tí”, donde se colocó la tilde en “” sin que fuera necesario (ojo: hasta el computador lo marca).

La mejor salida, sin duda, habría sido reconocer el error. No, desde luego, en la forma en que, en un asunto más grave, lo hizo el Presidente Lagos: “Hemos cometido un ‘condoro’”. La apelación al lenguaje familiar, entre otras cosas por el rápido aprovechamiento de los propios partidarios de Lavín en esa ocasión, no es bien recibida. Los medios y sus comentaristas, opinólogos incluidos, rivalizan en dar clases de buen decir y elegancia cuando se trata de los demás. Pero nunca o casi nunca ven las grandes vigas que les tapan la vista.

Lo de la tilde, en rigor, es un deliz menor comparado con lo que nos infligen día a día en los medios y en la publicidad. Seguimos diciendo París, por los tradicionales almacenes, pese a que tampoco usan tilde y en consecuencia correspondería poner el acento (no la tilde, innecesaria en ese caso) en la “a”. Cachantún (que así la pronunciamos) también la escriben sin tilde publicistas y diseñadores, igual que telefónica, sin que a nadie le importe. Si hasta en los subtítulos en castellano de Machuca abundaban los gazapos (“pobresita”, por ejemplo; insluso en inglés: “puch”, por “push”), igual que en los textos explicativos en los noticiarios.

No nos quejemos, entonces, de que en los chats, blogs y otras páginas por el estilo, donde chilenos y chilenas dan rienda suelta a su expresión, escriban “aser” por “hacer”, “cazería” por “cacería” y qué decir de “Brazil” por “Brasil”. Y eso que todavía no hemos llegado al tele-lenguaje de los “bkn”, por “bacán” que cuando aparecen incluso en pruebas solemnes en la universidad desconciertan y complican.

La explicación en estos casos es que se trata de su modo normal de escribir y que no hay tiempo para mayores refinamientos. Por lo menos no dicen lo que dijo el candidato: “Fue por llamar la atención”.

Abraham Santibáñez

Volver al Índice