Editorial:

Los “códigos” no son todo

Santiago, 8  de Mayo de 2005

Para la oposición –incluyendo algunos medios siempre ansiosos de encontrar “condoros”- la campaña promovida por el Instituto de la Juventud en favor del voto juvenil ha sido un regalo inesperado. El retiro de dos piezas ha sido causal para que se anuncie una investigación por el “derroche”. De no hacerlo, igualmente se habría generado un clima de escándalo. En otras palabras: palos porque bogas y porque no....

Naturalmente, lo ideal habría sido que el Injuv le hubiese ahorrado este traspié al gobierno y al país. La pregunta, ahora, es por qué se produjo.

La convivencia de por lo menos dos visiones contrapuestas del ser humano y de la sociedad en el seno de la Concertación nunca ha sido fácil. Pero ahora, el paso del tiempo, al dejar en segundo plano las razones históricas que hicieron posible la constitución de la coalición, ha abierto paso a la tentación de marcar cada vez más nítidamente los perfiles propios. Ello es legítimo. Pero significa un peligro para la estabilidad de la alianza. Dependerá de los dirigentes y militantes de la Concertación decidir en último término si ya no es tan urgente mantener la unidad que, desde el Acuerdo Nacional de 1985, permitió avanzar en la consolidación democrática.

Muchos chilenos sentimos que todavía queda mucho por avanzar. La gran tarea de cerrar la brecha entre ricos y pobres es un desafío que nos obliga a seguir trabajando incluso después de superadas las leyes de amarre que dejó en herencia la dictadura.

Este camino implica seguir buscando consensos. Para mantener los que ya se lograron, hay que entender, por ejemplo, que la búsqueda de “códigos” que sean entendidos por los jóvenes –el argumento a favor de las piezas eliminadas de la campaña del Injuv- no significa carta blanca a la grosería y a la negación de toda muestra de respeto. Si se quisiera apelar a códigos juveniles supuestamente vigentes habría que dar espacio al lenguaje coprolálico que impera en muchos sectores y a la procacidad rampante.

No es ese, parece, el mejor argumento. Tampoco el mejor camino para mantener una coalición que debe enorgullecernos a todos por lo que ha logrado... y a la cual todavía le quedan vida y tareas por delante.

Abraham Santibáñez

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