Editorial:

Educación: la mejor inversión

Santiago, Domingo 7 de Mayo de 2006

Consultados por investigadores de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, una muestra de santiaguinos decidió que la educación debería ser el destino de los excedentes generados por la bonanza del cobre. La opción favorita, con 62,7 por ciento (casi dos tercios) de respaldo, fue “Educación”.

En tiempos en que está de moda la autoflagelación y el pesimismo, esta encuesta –una muestra telefónica aplicada a 300 personas, seleccionadas en forma “aleatoria probabilística con salto sistemático, bi-etápico”- resulta extraordinariamente reveladora. Lo fundamental, desde luego, es la comprobación del valor que se le asigna a la educación. Ello ya es una constante histórica en Chile, pero debe valorarse que no se haya perdido con el impacto de la globalización.

Hay, también, una reiteración de la tradicional sobriedad, que muchos creen perdida a cauda del exhibicionismo de los malls y la sociedad de consumo. La mayoría de los consultados no se tienta con el espejismo de un bono personal, que a primera vista es muy tentador para resolver urgencias económicas, o una bonificación del precio de los combustibles. Tampoco entusiasma en exceso la idea de guardar para el futuro.

La acuciante realidad que nos muestra este análisis –coincidente, por lo demás, con otras manifestaciones recientes, incluso algunas violentas- es que nuestra sociedad entiende la profunda necesidad de mejorar los niveles educacionales. No se percibe como un problema de los demás, sino como un desafío para cada familia y para cada uno de nosotros. Pero, es admirable comprobar que se percibe esta coyuntura como la ocasión para resolver temas que van desde los profesores mal pagados, cuya dignidad no se reconoce debidamente, hasta locales en mal estado, que se llueven, que se pasan de frío, sin bibliotecas ni equipamiento computacional adecuado, carentes incluso de condiciones sanitarias mínimas.

Pareciera que desde nuestro pasado ha surgido un desfile de profetas que nos dicen que su mensaje está más vigente que nunca: los Presidentes del siglo XIX, que fueron rompiendo la desidia, cuyo legado resumió tan bien Pedro Aguirre Cerda, con su lema de: “Gobernar es educar”. Pero también hay que reconocer que en esta tarea de convencimiento colectivo, Chile ha contado a lo largo de su historia con visionarios educadores que sólo tenían como motor su fe en la fuerza del conocimiento.

Esta es una buena ocasión para impulsar y reforzar esta convicción de raíces tan profundas. Así lo creen muchos chilenos, como lo muestran la encuesta de Publimetro y otros sondeos de opinión.

Abraham Santibáñez

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