Editorial:

Lo justo y necesario en materia de curriculum

Santiago, 28 de Enero de 2007

Con motivo de la desafortunada situación producida en torno al título que nunca tuvo la ex subsecretaria Depassier, se ha hecho notar que en Chile tenemos una obsesión por los “cartones” universitarios. De hecho, junto con la inmediata revisión del curriculum de la propia Catalina Depassier, se registraron urgentes aterrizajes en la realidad de otras autoridades que no tenían lo que habían asegurado tener.

Esta manía por “inflar” los méritos académicos no es nueva ni es exclusivamente chilena. Lo que pasa es que ahora, en el mundo interconectado, se nota más y es más fácil de dejar al descubierto. Por eso mismo, conviene recordar que el caso de la ex subsecretaria no es el primero ni el único. Algunos que ahora se escandalizan parecen haber olvidado la sabia norma evangélica de que hay que estar libre de pecado antes de empezar a lapidar pecadores.

Los chilenos, a partir de una valorización positiva de la educación, hemos desarrollado un fetichismo por los títulos universitarios. Como consecuencia, muchas veces se menosprecia, por ejemplo, el valor de los títulos técnicos. Ya en la vida corriente ello se nota. Para cualquier función es preferible exhibir títulos y especializaciones, vengan o no al caso. En las universidades, la necesidad de tener índices medibles ha generado una preocupación valiosa por los profesores con magister o doctorado, que puede hacer perder de vista el objetivo de fondo: la calidad de la formación que se quiere entregar.

Como en toda transición, en esta hacia una educación con nuevas exigencias, hay mucha inseguridad y el terreno puede estar quedando abonado para los audaces, por ejemplo por la vía de los títulos “express”. Si hemos visto que nos llegan los secuestros express, los divorcios ídem y hasta el Transantiago ofrece recorridos express, también en esta delicada materia podemos pasar de la exageración a la titulación instantánea.

Ni una ni otra vía son recomendables. Ojalá nadie tenga que aparentar lo que no tiene. Ni, tampoco, que para tenerlo deba recurrir a atajos indebidos.

Abraham Santibáñez

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