Editorial:

El debate sobre el sueldo ético

Santiago, domingo 12 de Agosto de 2007

Gastada ya la imagen del “terremoto blanco”, el periodismo local ha debido ingeniárselas en busca de un equivalente. No lo ha encontrado. Hablar de “terremoto frío” es solo una demostración de falta de imaginación.

El calor de la polémica lo pusieron las palabras del obispo de Rancagua y presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic, cuando habló de la necesidad de un “sueldo ético”. Tuvo ayuda, claro. Primero fue la senadora Evelyn Matthei, quien habló con la misma certeza con que pontificaban en tiempos de la dictadura los economistas de Chicago. (También agregó una nota doctrinaria, cuando se justificó y trató de absolver al obispo diciendo que no saber “no es pecado”, pero en esa discusión no tuvo seguidores).

El resto de la clase política enganchó fácilmente con el tema de fondo.

La duda, claro, es si este fervor durará más allá de unas pocas semanas. Lo interesante es que ha obligado a definiciones complejas a sectores que hasta ahora podían fácilmente proclamar su lealtad a la jerarquía católica cuando se trataba de temas como la píldora del día siguiente, el divorcio o la educación “valórica”. Ahora, en cambio, se trata de un compromiso mayor, que pone a prueba en el terreno práctico las convicciones espirituales. Se trata de salir de la “burbuja” y no conformarse con soluciones teóricas o que se dejan para que sean asumidas por el Estado.

La Iglesia que habla por boca del obispo Goic, con el respaldo de sus pares, tiene medio siglo de historia en Chile, por lo menos. Es una Iglesia que hizo suya la opción preferencial por los pobres, que cree en la dignidad de las personas y que no se conforma con ofrecer un refugio más allá de este mundo a quienes tienen “hambre y sed de justicia”.

Después de un período en que la única preocupación de los pastores chilenos pareció centrarse en la lucha contra el condón, el obispo Goic habla de temas sobre los cuales siempre se pronunció la Iglesia, no solo desde la Rerum Novarum, sino desde que su fundador tomó la palabra junto al mar de Galilea.

La equivocación de la senadora Matthei fue su brutal descalificación de un hombre bueno y respetable. El tema, como lo ha comprendido la mayoría de los chilenos, es abrir el debate. Y eso es lo verdaderamente importante.

Abraham Santibáñez

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