Editorial:

La sorprendente supervivencia de la Concertación

Santiago, 7 de Octubre de 2007

No debería sorprendernos que haya agoreros, dentro y fuera, que anuncian el final de la Concertación.

Pese a las banderas del arcoiris que se desplegaron con motivo del aniversario número 19 del triunfo del “No”, hay que recoger el dato doloroso de las encuestas de popularidad, los “desencuentros” reiterados cada vez que hay que designar una nueva autoridad y la oposición que se anida en algunos sectores oficialistas.

Lo sorprendente, en realidad, es que esta heterogénea alianza, más heterogénea desde luego que la inestable unión de la UDI y RN, haya durado lo que ha durado.

Fue el fruto de una poderosa unión de voluntades democráticas: quienes no creían que fuera posible y menos aconsejable tratar de luchar por la fuerza contra la dictadura, depusieron sus diferencias y sumaron fuerzas.

Hubiera bastado con ganar el plebiscito de 1988 y las elecciones del año siguiente. Pero habría sido una visión muy mezquina de la realidad. Lo que Chile necesitaba era, además de recuperar la fe en la democracia, tener un proyecto sólido que inspirara confianza y que le diera gobernabilidad.

Es lo que ha ocurrido en estos años.

Ha habido errores y desaciertos. Lo peor ha sido la corrupción. Pero también, a la hora del recuento, hay que ver cómo millones de chilenos han mejorado sus condiciones de vida. El tema del Transantiago es lamentable, pero no fue la Concertación la que expulsó a la periferia a cientos de miles de personas, obligándolas por décadas a transportarse en condiciones inhumanas. Lo que hizo la Concertación fue tratar de resolver el problema y podría estar lográndolo, pese al griterío de quienes nunca antes tuvieron conciencia de que había personas que viajaban por horas de un extremo a otro de la ciudad.

Tampoco es cierto que los puentes se caigan todos los días o que todo –la salud, la educación, la seguridad ciudadana- esté permanentemente colapsado. Pero hay problemas y uno siente que muchas veces falta la sensibilidad para reaccionar con rapidez, aparte del desastre comunicacional.

La Concertación está en pie, no sabemos por cuanto tiempo más. Pero ha estado mucho más tiempo del que cualquiera hubiera podido imaginar, sobre todo porque bajo sus banderas se han unido no solo historias diferentes sino también pensamientos que podían ser contradictorios.

La mayor generosidad de los políticos chilenos en mucho tiempo es la que han protagonizado los dirigentes de los partidos del oficialismo. Ojalá cada día lo recordarán.

No solo cada 5 de octubre.

Abraham Santibáñez

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