Editorial:

Tareas para el día de la Libertad de Prensa

Santiago, 4 de Mayo de 2008

Le evacuación de más de cuatro mil chilenos desde Chaitén fue, según las autoridades, todo un éxito. Más aún, conforme los reportajes enviados desde Puerto Montt y otros lugares a los cuales llegaron los refugiados, la operación tuvo el respaldo de una masiva demostración de solidaridad. Periodistas enviados a la zona dieron cuenta de una enorme oferta de alojamiento, transporte y todo tipo de ayuda a favor de las familias afectadas por la erupción volcánica.

La información fue decisiva en la creación de este ánimo compartido. Pero también lo fue el directo y conmovedor recuento de historias humanas: familias que tuvieron que dejar sus hogares con lo puesto o, peor aun, que se separaron por la emergencia mientras había quienes se esforzaban por salvar su ganado.

Hubo, sin duda, una excesiva reiteración y las inevitables preguntas obvias al estilo de “¿cómo se siente?”. Pero esta vez, aparte del espectáculo propio de una Apocalipsis bíblica (truenos, relámpagos y temblores) al estilo Hollywood, predominó el limpio recuento de un drama sin precedentes.

Cuando se recuerda –en realidad, se olvida- que el 3 de mayo fue instituido por Naciones Unidas como el día de la Libertad de Prensa, vale la pena destacar lo ocurrido en torno a la tragedia de Chaitén. Si nuestros medios hicieran día a día parecido esfuerzo y no se limitarán a hablar de discapacitados para la teletón o de la pobreza de muchos pobladores cuando hay un incendio o una inundación, tal vez seríamos auténticamente solidarios. Hay algo perverso en esos días de solidaridad programada como el día de la madre, del padre o del niño y que descansan fundamentalmente en una interesada promoción publicitaria.

La verdadera libertad de prensa tiene como fundamento un “contrato” entre lectores, auditores y telespectadores y medios. Unos ponen el interés por informarse. Los otros deberían entregar “todas las noticias dignas de publicarse”, como ha proclamado desde siempre The New York Times.

Esto significa que no solo hay que mostrar mujeres atractivas, situaciones grotescas o denuncias exageradas. No solo de rating deberían vivir los medios, aunque –como probablemente ha ocurrido en estos días- la nota humana es, generalmente, la que más vende.

Abraham Santibáñez

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