Amistad en blanco y negro

En Sudáfrica, en los años duros del apartheid, la amistad entre un blanco y un negro no era rara… si eran niños. Innumerables testimonios demuestran que en muchos casos, sobre todo en las zonas rurales, más allá de las barreras legales y los prejuicios, los niños eran capaces de compartir anhelos e ideales, hasta que se imponían los estereotipos de una sociedad segregada.

Por eso la amistad de Steve Biko, líder del movimiento Conciencia Negra, y Donald Woods, editor del diario The Daily Dispatch de East London pareció siempre sorprendente. Los sudafricanos de origen inglés, como Woods, eran por tradición más “liberales” que los “boers”, esa rara mezcla de descendientes de holandeses, hugonotes franceses e inmigrantes alemanes. Pero ni siquiera esta actitud más abierta garantizaba en la última mitad del siglo XX que un blanco y un negro estuvieran dispuestos a proclamar públicamente su amistad. Por lo demás, según contó más tarde Woods, el proceso no fue fácil. El mismo recordaba que en su juventud, en una clase en Ciudad del Cabo, había interpelado al profesor afirmando que “los negros deben ser devueltos a sus territorios. Allí son más felices. No es bueno darles educación y traerlos a las ciudades. O los enviamos de vuelta o les disparamos. Son ellos o nosotros…

Evidentemente no era lo mismo, ni siquiera en los años 70, estar contra la política de segregación y simpatizar con la causa negra. La mayor virtud de Woods fue finalmente cambiar su opinión y en momentos en que arreciaba la campaña publicitaria del gobierno nacionalista (blanco) contra todo el activismo negro, entender que Biko representaba una posición distinta.

Biko veía hacia el futuro una Sudáfrica multirracial donde la mayoría negra inevitablemente lograría el poder pero que no podría excluir a nadie, ni siquiera a los blancos. Su llamado entusiasmó sobre todo a los jóvenes negros que habían dejado el campo para vivir en las ciudades sudafricanas en muy difíciles condiciones. Hostigados por la policía, que les exigía tener “pases”, que quería impedir su radicación definitiva y los obligaba a concentrarse en miserables ghettos, eran sin embargo, piezas vitales de la economía y, por lo tanto, tolerados por necesidad.

A ellos dirigía Steve Biko su mensaje revolucionario, mientras otros nombres famosos del movimiento negro, como Nelson Mandela, purgaban largas sentencias de cárcel. Era fácil imaginar cuál sería su destino. Y así fue, fatalmente. En 1977, cuando tenía 30 años, fue detenido, interrogado brutalmente hasta que encontró la muerte. Al comienzo las autoridades blancas quisieron encubrir el crimen, Se habló de una fatal “huelga de hambre” y, después, de un intento de fuga.

Fue entonces cuando Woods intervino decisivamente. Sus acusaciones reivindicaron el nombre de Biko, pero le costaron el exilio, como contó en un libro, posteriormente llevado al cine como “Grito de Libertad”. Veinte años después, bajo el gobierno de Nelson Mandela, los autores del crimen confesaron ante la Comisión de Verdad, que presidió el obispo Desmond Tutu..

Para el periodista Woods, que terminó radicándose en Inglaterra, la vida nunca más volvió a ser la misma. Todos estos años los dedicó a escribir, y a dar charlas contando lo que había ocurrido en Sudáfrica y las esperanzas por un futuro mejor en democracia.

Así lo estuvo haciendo hasta hace dos semanas cuando, según informó su familia, murió a los 67 años, víctima de cáncer.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el 1° de setiembre de 2001