"Sólo la ética nos permitirá sobrevivir en el futuro".

Dr. Rushworth Kidder

Experto norteamericano teme que nuevas tecnologías puedan llevar al mundo a un desdastre planetario, como pudo ocurrir con Chernobyl. Y agrega que no basta con el conocimiento o la inteligencia.

Por Abraham Santibáñez

Tiene el típico aspecto de un gringo buena persona. Es fácil imaginarlo en un bote de pesca en un lago del sur o de excursión, de pantalón corto, por alguna playa soleada. A Rushworth Kidder, sin embargo, se le ha visto pocas veces en Chile lejos del ámbito académico o institucional. Más aún: su mensaje permanente es de alarma. Como dice el mismo, una y otra vez: "No sobreviviremos en el siglo XXI con la ética del siglo XX". Y explica: "¿Por qué lo digo? "Hace algunos años, en 1989, me encontré una mañana de lunes, en marzo, a poca distancia de la pared del Reactor Nº 4 de la planta nuclear de Chernobyl, en la Unión Soviética. .... La precipitación radiactiva del desastre había sido detectada en todos los países del mundo capaces de detectar la radiactividad atmosférica. La explosión y sus efectos posteriores mataron a miles de ciudadanos soviéticos. "¿Por qué ocurrió? "Esa noche (del desastre), en 1986. había dos ingenieros eléctricos a cargo de la sala de control. Tal vez la manera más caritativa de decirlo es que estaban "jugando" con los reactores. Querían saber qué ocurriría si realizaban un experimento no autorizado. De acuerdo con los informes soviéticos, estaban tratando de ver por cuanto tiempo la turbina seguiría andando por su propio impulso si cortaban la energía. Para cortar la energía, tuvieron que apagar el reactor. Para lograrlo, evadieron manualmente seis sistemas separados de alarma manejados por computador. Cada uno de esos sistemas debería reaccionar diciendo: "Paren. No lo hagan. Es terriblemente peligroso". Pero en lugar de cancelar sus experimentos, cancelaron las alarmas. "Obviamente eran personas brillantes. Los trabajos en Chernobyl son del más alto nivel. Ellos sabían lo que hacían. Si el conocimiento fuera lo único importante, lo habrían estado haciendo bien. "¿Entonces, qué estuvo mal? "A mi me parece que antes que ellos hubieran podido sobrepasar cualquier sistema de alarma computarizada. debería haber habido una barrera ética. Ellos no podían ignorar las consecuencias posibles de lo que estaban haciendo. Lo que hizo estallar Chernobyl no fue una falta de conocimiento. Fue una falta de ética".

Antes no era así

Siguiendo esta línea argumental, el profesor Kidder recuerda que "ninguna máquina frente a la cual se hubieran puesto esos ingenieros en el siglo XIX y les dijeran: 'Háganle a esta máquina lo más amoral que se les ocurrir', hubiera producido el daño que produjo Chernobyl". Y agrega: "En la actualidad estamos creando sistemas que exigen un alto nivel de capacitación, son de alta tecnología y, al mismo tiempo, se manejan en forma individual o por grupos muy pequeños. "Hace un siglo, las mismas decisiones, si eran equivocadas; si no eran éticas, podían afectar a un número determinado de seres humanos en la zona adyacente al hecho mismo. En nuestro tiempo, decisiones éticas simples tienen ramificaciones que se proyectan al mundo entero. Ese es el ejemplo de Chernobyl..." A comienzos de octubre, estuvo menos de cuatro días en Chile. Dos y medio los pasó, mediante convenio con la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Diego Portales, en intensas sesiones de trabajo con periodistas y editores de Televisión Nacional de Chile y con los propios profesores de la Facultad.

El verdadero dilema

Kidder, fundador y presidente del Instituto para la ¨Etica Global, con sede en Camden, una pequeña localidad de Nueva Inglaterra (EE.UU.) insistió en Chile en definirse como periodista en primer lugar: ex-editor de The Christian Science Monitor y columnista por muchos años, ha dedicado los últimos seis años de su vida a reflexionar sobre la ética. Pero sigue actuando como periodista: tres años después del desastre de Chernobyl fue el periodista occidental que llegó más cerca del sarcófago de cemento que envuelve lo que queda de la planta. Un libro suyo recoge entrevistas con 24 personalidades de todo el mundo que le fueron señaladas como personas fuertemente éticas. Aunque incluyó a un sólo latinoamericano (el ex-Presidente de Costa Rica Oscar Arias) hoy día asegura que probablemente haría una lista diferente si tuviera que repetir el ejercicio. Lo más notable del Dr. Kidder es el método que ha desarrollado para hacer conscientes a los participantes en sus seminarios de cómo resolver los dilemas éticos. En primer lugar insiste en que el problema no se presenta, casi nunca, en la opción entre lo bueno y lo malo. Generalmente, de ser así, se trataría de una infracción a la ley. La esencia de un dilema moral es la contraposición de dos valores igualmente respetables, como la lealtad y la verdad o la justicia y la misericordia. Su metodología parte de una comprobación básica: todas las culturas donde ha estado, todos los credos religiosos o filosóficos que ha estudiado comparten prácticamente los mismos valores fundamentales. Es sólo cuestión , dice, de mirar un poco hacia el interior de nosotros mismos.

-Ud. afirma que en realidad no existe una ética de los médicos, de los ingenieros o de los periodistas. Ha dado a entender que se trata de un problema más general que de la ética de una determinada profesión u oficio.

-(Creo) que no existe algo que podamos llamar ética periodística, o ética de los empresarios o de los abogados. Sólo hay ética. Se aplica de muchas maneras diferentes, y las preguntas que plantea pueden ser muy diferentes, pero la manera cómo le hacen frente; la naturaleza de lo que es correcto o no, es algo común a todas estas profesiones. "No importa de cuál profesión estemos hablando, siempre se trata de dilemas entre lo correcto y lo correcto, susceptibles de ser trabajados mediante los principios de solución de los cuales hemos hablado. Requieren del mismo estado de preparación ética, la misma capacidad para reaccionar con rapidez en estas materias. Una y otra vez nos referimos al mismo tipo de estructuras conceptuales".

Como parte de una larga conversación, durante su estada en Chile, le preguntamos si no le parecía un poco pretencioso, o muy pretencioso, que un "gringo" nos viniera a dar lecciones de ética Su respuesta fue categórica: -Si yo viniera aquí a dictar conferencias y les dijera: 'Yo sé lo que es correcto y lo que Uds. están haciendo está mal, y estoy muy contento de que me hayan invitado a enderezar las cosas', eso realmente sería pretencioso. No es lo que he venido a hacer. "La única razón de mi presencia aquí es que he tenido la suerte de dedicar los últimos seis años de mi vida exclusivamente al estudio y a reflexionar acerca de la ética. Y trabajando con tantos grupos diferentes con tantas situaciones diferentes, hemos empezado a desarrollar ciertas estructuras conceptuales que son muy prácticas. Y eso es algo que quiero compartir".

-Pero ¿no significa eso que Ud. viene a enseñarnos los valores de la sociedad norteamericana?

-No. Mi pasado profesional es de periodista. Me especialicé en el área de las noticias internacionales y he trabajado en diferentes países. Eso desarrolla una comprensión global del mundo. Es lo que he señalado en mis libros. Es decir, hablar de una visión global, como se desprende del nombre de nuestro instituto, que no habla solamente de la ética de los norteamericanos.

Lo mejor: autorregulación

La Ley de Prensa, como se ha llamado el proyecto sobre libertades de información y opinión es un tema que apasiona a los profesionales chilenos, aunque -por cansancio- tiende a motivar muy poco a la opinión pública. Su larga tramitación, sin embargo, ha despertado una creciente inquietud. Se le preguntó qué pensaba al Dr. Kidder. Su respuesta, que es una demostración de su manera de pensar, llega a puerto tras un largo rodeo:"Situemos este debate en un contexto más amplio.

"Creo que una de las definiciones más útiles de ética es la que dice que es la 'obediencia a aquello que no se impone por ley'. La ética tiene que ver con nuestras propias regulaciones individuales y no es impuesta por una fuerza externa. Es algo muy distinto de la ley, que siempre contempla mecanismos para obligar a su cumplimiento. "El hecho es que (siempre) vamos a tener algún tipo de regulación. Vivimos bajo un contrato social; somos seres humanos que interactuamos unos con otros. A menos que estemos en una isla desierta o en medio de la selva, abandonados a nuestros propios recursos, debemos tener una forma de regulación. La elección es muy simple: o nos autorregulamos o nos van imponer algún tipo de regulación desde afuera. La autorregulación es la ética. La regulación impuesta, la ley. "Como he puesto antes el ejemplo, en las familias bien constituidas, casi no hay "leyes" explícitas de conducta.... "Me gustaría creer que, como sociedad, nos vamos a comportar más y más como una familia bien organizada. Me gustará ver que disminuyen las normas y regulaciones en general . No, como alguien diría en mi país, tener licencia para que cualquier persona haga lo que quiera, pero para ser capaces de reemplazar un sistema regulatorio por una estructura ética. "Yo estoy siempre a favor de la autorregulación ética, en vez de la regulación externa. Pero estoy consciente del hecho que las dos están muy entrelazadas, en una especie de equilibrio. Si el periodismo no le muestra al público su voluntad de autorregularse, y de ser ético, les puedo asegurar que el público va a pedir regulación externa. "Creo que en este, la responsabilidad reposa, en muchos sentidos, en los propios periodistas. "Si empezamos a mostrar al público que nos preocupamos profundamente por estas cosas y somos capaces de expresar nuestra comprensión ética. Si el público ve que el periodismo habla con seriedad acerca de problemas éticos; que se capacita a los periodistas en ética, o existe, por ejemplo, un ombudsman, un defensor del público, o algo parecido, ante quien el público pueda acudir cuando tiene un problema o está molesto, y logra una buen discusión sobre el tema y ello aparece en el diario al día siguiente, en la medida en que eso se haga más y más común, va a hacer que la gente diga: 'Si, en realidad, se preocupan. Están tomando medidas ellos mismos'. El clima va a cambiar. Y la percepción acerca de la necesidad de regulación, va a disminuir".