La era del euro

El martes, después de los abrazos de Año Nuevo -todos a la misma hora, salvo en Inglaterra, Irlanda y Portugal, donde los relojes tienen una hora de adelanto- los europeos deberán enfrentarse a una nueva era: la del Euro, su moneda comunitaria. La compartirán doce de los quince países de la Unión Europea: los que no se sumaron son Inglaterra, Dinamarca y Suecia. En realidad, la circulación del euro ya empezó en 1999, pero sólo ahora se palpará su existencia en la vida diaria: la compra del periódico, el capuccino en Italia, el metro en París o las papas fritas en Bruselas y las salchichas en las calles de Viena...

Es la culminación de un proceso integrador que empezó después de la Segunda Guerra Mundial y que se ha estado concretando a partir de 1993.

La idea de una moneda única no es nueva, según recordó hace poco el diario ''Le Figaro''. Ya hace casi un siglo y medio, un acuerdo entre Francia, Bélgica, Suiza e Italia permitió que sus monedas -con idéntico contenido de oro o plata- circularan libremente en los cuatro países. Hubo una época, que duró hasta la Primera Guerra Mundial, en que estas monedas circularon en 17 países, incluidos algunos de América Latina.

Para los turistas, es una bendición: en vez de preocuparse del cambio en cada frontera, viajarán de un extremo a otro del continente, desde Lisboa a Helsinki, desde Dublín a Atenas como si estuvieran en un solo país.

Pero hay quienes no comparten el entusiasmo. En las últimas semanas, cuando llegaron al público los primeros billetes y las primeras monedas que antes se mantuvieron bajo estrictas medidas de seguridad a fin de evitar falsificaciones, se quejaron los ciegos (porque no las pueden reconocer fácilmente), igual que los ancianos. También han reclamado los consumidores, que creen que los comerciantes se aprovecharán para subir los precios, sobre todo en países como Italia y España, donde hace años que no se usan fracciones de liras o de pesetas. En los supermercados se han estado haciendo ensayos desde hace meses, a fin de evitar problemas, pero se anticipa que en el primer tiempo las esperas en las cajas van a aumentar. En vísperas de Navidad, en todos los países se vendieron ''paquetes'' de euros, a fin de preparar a la población para lo que vendrá a partir del primero de enero. Ese día, además, luego del feriado largo de fin de año, los cajeros automáticos de los doce países deberán estar adaptados y provistos de la nueva moneda.

Los que con seguridad van a perder son las organizaciones de beneficencia internacional que hasta ahora recogían cantidades importantes de dinero en los aeropuertos internacionales de toda Europa. Muchos viajeros, después de haber gastado todo lo que podían, se encontraban con monedas sobrantes que no podían cambiar, por lo que terminaban en la alcancía de algún fondo de ayuda. Se cree que de ahora en adelante probablemente recibirán mucho menos.

Pero no es este el mayor temor. En un conjunto de economías tan diversas como las europeas, con países altamente industrializados -como Alemania- u otros que todavía tienen una agricultura importante -como Portugal- la tarea del Banco Central Europeo, con sede en Frankfurt, no será fácil. En sus años de funcionamiento ''virtual'' el euro no se ha levantado todavía como la gran alternativa contra el dólar. Al contrario, hoy vale cerca de un diez por ciento menos que el dólar. En estos años, además, han aparecido serios problemas económicos como el aumento del desempleo.

No es culpa del euro, pero a alguien hay que echarle la culpa cuando vienen los tiempos difíciles. Y esta rara moneda única puede terminar siendo el ''pato de la boda''.

Publicado en El Sur de Concepción el 29 de diciembre de 2001