El fantasma de la polarización extrema.

Hace unos días apenas, el Comité Permanente del episcopado católico expresó su esperanza de que no hubiese desbordes en la breve campaña para la segunda vuelta: “... nos preocupan ciertos excesos de pasión en el debate público. No siempre son las ideas o los programas de gobierno los principales contenidos del debate. Aparecen, por desgracia, descalificaciones verbales, incluso personales, que pueden conducir a actitudes y acciones violentas”.

Ya las había habido. Y en los últimos días, perforando las buenas intenciones navideñas, las andanadas verbales se multiplicaron. Dos parecen ser las características de los peores ataques contra Michelle Bachelet: la falta de información (deliberada o no) y los descalificativos de grueso calibre.

Un claro ejemplo de lo primero lo dio el cardenal Jorge Medina quien, tras reconocer en el diario La Segunda que no había leído el programa de la candidata de la Concertación, estampó su rechazo frontal a sus contenidos. ¿Fundamento? Le habían dicho que en ese programa se apuntaba a la legalización del aborto y al reconocimiento de los matrimonios entre homosexuales. Ello no es efectivo, tal como se puede apreciar en el programa mismo, en http://www.michellebachelet.cl/m_bachelet/grafica/ambientes/0/programa MB.pdf.

Este debate que se alimenta de rumores no ha sido lo peor. Ya hicimos notar que en un programa radial se trató, sin sutilezas a Michelle Bachelet de "mirista de mierda". Más tarde se cuestionaron sus valores morales sobre la base de su falta de fe y su agnosticismo. El teólogo Fernando Moreno sostuvo que sería “una estupidez” votar por alguien así. Pero el que se llevó las palmas el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, fue el alcalde de Independencia, Antonio Garrido. Su afirmación, no avalada por el ex candidato Joaquín Lavín quien estaba presente en la ocasión, fue llamar al “señor Lagos o la señora Bachelet.... hijos del diablo... ¡porque si no creen en Dios!”. Y agregó, en su diatriba, su intención de “decirle a toda la gente que es cristiana, que cree en Dios que no puede votar por Bachelet, porque Bachelet está al lado del diablo y no de Dios”.

Más tarde, entrevistado por radio Cooperativa, hizo suyos los mismos argumentos insinuados por el cardenal Medina: “Hay dos cosas que son súper graves y que no están de acuerdo con Dios, que es el aborto y que los homosexuales se casen, y la señora Bachelet está de acuerdo con esas dos cosas”.

Algunas voces prudentes se han levantado para recordar el sabio dicho de que “palabras sacan palabras” y que con estas descalificaciones se inician guerrillas de mal pronóstico. El peor temor pasa por la reedición del clima confrontacional del final de la dictadura, cuando las opciones ante el plebiscito eran “” o “No”, sin matices. Así como el sistema binominal generó un clima de enfrentamiento en el interior de cada conglomerado durante la campaña electoral, ahora, en la segunda vuelta para los comicios presidenciales ha generado una polarización difícil de imaginar hace unas semanas. La disputa del voto demócrata cristiano –definido eufemísticamente como “humanista cristiano” para estos efectos- por una parte, y el apoyo del Partido Comunista, por otra, han exacerbado el debate.

Solo queda esperar, una vez más, que el buen criterio se imponga y que moros y cristianos –literalmente- escuchen los llamados de la jerarquía eclesiástica.

Amén.

Publicado en el diario El Sur de Concepción en Enero de 2006

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