Florence: a toda prensa

Florence Aubenas, la periodista francesa del diario Liberation, secuestrada durante 157 días en Irak, ha mostrado a los 44 años -los cumplió en cautiverio- una envidiable capacidad de recuperación.

A su llegada a París, el 11 de junio, declaró que se sentía muy bien, aunque no sabía explicar cómo o por qué. Un par de días después, en una multitudinaria conferencia de prensa, derrochó humor, ingenio y vitalidad durante más de una hora y media, pese a que no venía precisamente de una temporada en un “resort” de moda, sino de una dura estada de cinco meses en una cueva de cuatro por dos metros en Bagdad. Allí permaneció todo el tiempo maniatada -incluso para alimentarse-, con los ojos vendados y sin más comodidad que un colchón en el suelo. Cada día, contó, sólo podía dar 24 pasos -para ir y venir al excusado- y se le permitía decir un máximo de 80 palabras. Bajó doce kilos. Tuvo momentos de depresión, como cuando la obligaron a grabar un video pidiendo ayuda, o le permitieron ver la televisión francesa en el cable, ya que, según sus captores, ello le levantaría el ánimo. De hecho así fue: mientras hablaba una joven presentadora, vio una banda que corría por la pantalla con la lectura “Florence Husein”. “Qué bueno, me dije. Esa niña tiene mi mismo nombre”. Pero de pronto vio algo más: la cifra 140. Y entonces comprendió. “Eran nuestros nombres (el suyo y el de su guía, Husein Hanoun) y la cifra representaba nuestros días de cautiverio”.

La rutina, día tras día, era siempre la misma, mañana y tarde: “Número seis. Toilette”. Hasta que, al día 157, el llamado fue otro: “Número seis: today, Paris”.

Pese al dramatismo del relato y las condiciones infrahumanas en que la mantuvieron por cinco meses, el final fue feliz. Los secuestradores se mostraron inesperadamente amables. Le ofrecieron té. Le permitieron sentarse en una silla. Y, tal como a un preso que sale de la cárcel, le entregaron todos sus efectos personales en un sobre, incluyendo los aros y el reloj. Le devolvieron su cartera con sus documentos y todo el dinero que tenía y también las pertenencias de su guía. En ese momento se produjo una situación tragicómica. Un guardia le dijo a Florence: “Te tenemos regalos”, y le pasó dos aros y un frasco de perfume. Según Husein, la “tradición” les obligaba a corresponder, haciendo a su vez un obsequio. Ella, sin embargo, se negó, lo que -en la conferencia de prensa- produjo hilaridad y emoción. Más tarde, esa misma mañana, fue entregada al embajador francés, quien la llevó al aeropuerto con muchas precauciones. Se quería evitar la repetición del fatal incidente que empañó la liberación de la italiana Giuliana Sgrena y que le costó la vida a un agente de seguridad.

El encuentro con la prensa fue una inédita mezcla de emotividad, risas, sonrisas y aplausos, Florence Aubenas contó detalladamente a sus colegas de Francia y del mundo la historia de su secuestro y de los cinco meses de cautiverio.

También se dio tiempo para participar en un chat con los lectores de Liberation. Le preguntaron si su vasta experiencia como periodista, con importantes reportajes en todo el mundo, la había preparado para una situación así. Respondió escuetamente: “No”. Luego una mamá le explicó que su hija quería estudiar periodismo, pero que ella estaba preocupada porque podía sufrir apuros similares a los que acababa de vivir Florence. Pidió su opinión: “¿Qué le diría usted?”. “Que siga adelante con sus proyectos, pero que nunca olvide el pasaje de regreso”, fue la respuesta.

Con razón un periódico belga la comparó con el mítico periodista de los cómics de ese país, y la bautizó como “un Tin Tin con faldas”.

Publicado en el diario El Sur de Concepción y La Prensa Austral de Punta Arenas en Junio de 2005

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