Periodismo: más allá de la ingenuidad

Recuerdos de Fray Camilo

Con lo que yo llamaría una fuerte dosis de ingenuidad, Camilo Henríquez creía en 1812 que con la prensa se iban a resolver todos o casi todos los dramas y problemas de los chilenos:

"Ya está en nuestro poder el grande, el precioso instrumento de la ilustración universal: la Imprenta".

Con una fe profunda en el nuevo medio, sostenía que "los grandes principios, el conocimiento de nuestros eternos derechos, las verdades sólidas y útiles van a difundirse entre todas las clases del Estado".

Ha pasado el tiempo. Casi dos siglos y muchas veces, como ha sido mi experiencia con profesores, en el programa Prensa y Educación, he debido enfrentar críticas por lo que los medios, en especial los diarios, publican o dejan de publicar.

Esto es particularmente complejo cuando se refiere a la crónica policial y al efecto que ella pueda tener en, por lo menos dos ámbitos: el de los niños y el de los propios delincuentes.

Esto pasa, sobre todo, por una preocupación ética.

(El Consejo de Etica de la Federación de Medios, inicialmente creado por la Asociación Nacional de Prensa de Chile y luego bajo el manto de las tres asociaciones empresariales relacionadas, dio el primer paso: su "doctrina" ética se ha ido formando a través de la resolución de casos. "A veces, dijo su presidente el periodista y abogado Arturo Fontaine Aldunate, hemos sido más estrictos que los tribunales de justicia". También insistió en que los fallos no necesariamente sientan precedente para quien recurra a la justicia).

El desafio ético

Estamos hablando, en buenas cuentas, de concepciones morales, actitudes ante la vida, capacidad para cumplir bien las tareas encomendadas, una preparación suficiente para reaccionar con rapidez ante desafíos inéditos y la independencia necesaria para actuar al margen de intereses creados, ya sean políticos, económicos o, como sucede con frecuencia, simplemente de amistad.

"La finalidad de la ética es el deber, el deber para consigo mismo o para con los demás", escribió John C. Merrill en 1974. Y agregaba:

-La preocupación por la ética es muy importante. El periodista que tiene esta preocupación se interesa obviamente por las acciones buenas o malas; tal preocupación indica una actitud que abarca tanto la libertad como la responsabilidad personal. Indica también que el periodista desea descubrir normas de acción que le sirvan como principios guía o como directivas específicas para lograr el tipo de vida que le parece más significativo y satisfactorio. La preocupación ética es importante también porque obliga al periodista a comprometerse, a optar reflexivamente entre alternativas. Lo lleva a buscar el summun bonum, el bien supremo, en el periodismo, realzando así su autenticidad como persona y como periodista.

El enunciado resulta relativamente fácil de plantear: hay aquí una ecuación entre la libertad y la responsabilidad en la búsqueda de la verdad, cuyo equilibrio deben darlo ciertas normas superiores.

Pero son esas normas las que cuesta definir, en especial en una sociedad laica, que se define como respetuosa de las personas y sus opciones ideológicas.

El Papa y el Colegio

Hay algunas indicaciones que ayudan a establecer estas normas. En el caso de nuestra Universidad, la Universidad Diego Portales, en su declaración de principios se ha dicho que, aunque no es un universidad confesional, su inspiración básica es la del humanismo cristiano.

Por lo demás, en Chile muchos documentos de instituciones no confesionales muestran a menudo un entroncamiento fácil de advertir con los principios evangélicos.

Más aún: la mayoría de los códigos de ética periodística vigentes en el mundo coincide en algunos puntos básicos, que son los mismos que ha recordado, como autoridad moral, el Papa Juan Pablo II, una y otra vez:

-...No olvidéis las apremiantes exigencias de orden ético que encierra la función de un comunicador. El debe respetar la dignidad de la persona humana y sus legítimos derechos por encima de todo; y promover los valores de la verdad, la justicia social, la convivencia y la paz.

Antes, hace un par de décadas, el Colegio de Periodistas de Chile, al aprobarla en el Congreso de Arica, había hecho una formulación muy parecida en su Carta de Etica:

-El periodismo y los periodistas deben estar al servicio de la verdad, de la justicia social, de los derechos humanos, de los ideales de perfeccionamiento de la sociedad y de la paz entre los pueblos.

Junto con la formación que ha sido tradicional en las Escuelas de Periodismo en casi medio siglo, en nuestra Escuela de Periodismo, en la Universidad Diego Portales, creemos que el periodismo es necesario en una sociedad democrática. Que debe enlazarse muy directamente con la incorporación de nuevas tecnologías -especialmente en materia de comunicaciones- en nuestras vidas. La información no es un simple deseo de contar "copuchas", sino una necesidad si queremos que los procesos sean realmente informados.

Por ello el concepto de responsabilidad.

Pero también creemos que debe ser atractivo. Porque va en paralelo con la educación. Por lo tanto, además de atractivo, el ejercicio del periodismo debe ser útil y positivo. Que nos ilumine verdaderamente, es decir que además de mantenernos informados, nos ayude a una realización más plena como seres humanos, conscientes de nuestros deberes y derechos, de nuestras obligaciones y de los valores que creemos intransables en la construcción del día a día.

En suma, coincidimos en gran medida en la ingenua esperanza del padre del periodismo chileno. Que, como recordaba al comienzo, creía que, con la imprenta "los grandes principios, el conocimiento de nuestros eternos derechos, las verdades sólidas y útiles van a difundirse entre todas las clases del Estado".