Harry en las redes del sensacionalismo

Podría ser atractiva, pero nunca simpática. Sus cejas ''están cuidadosamente delineadas con lápiz'', aunque escuda la mirada tras sus anteojos ''adornados con piedras preciosas''. Cuando sonríe -generalmente delatando sus malévolas intenciones- muestra tres dientes de oro.

El poco halagador retrato corresponde a uno de los nuevos personajes de la cuarta entrega de la saga del niño mago que se ha convertido en superventas en el mundo entero. En Harry Potter y el cáliz de fuego, J.K. Rowling presenta en sociedad a Rita Skeeter, periodista estrella del diario El Profeta. Todo indica que seguirá haciendo de las suyas, aunque al final de este tomo está, por decir lo menos, en incómoda posición.

En una historia en la que abundan los personajes siniestros que exceden toda realidad, la periodista está tan cerca de la percepción del público corriente -los ''muggles'', para seguir en el lenguaje de Harry Potter- que podría identificarse con más de algún humano con nombre y apellido. Según la periodista Elena Vial, es de creer que este duro retrato se originó en una mala experiencia de la autora con la prensa. Desde Gran Bretaña otros comentaristas consideran que se trata de una sátira inspirada en la cacería periodística tras la familia real, especialmente del futuro heredero de la corona, el príncipe Guillermo. La periodista de ficción, como algunos de la vida real, no vacila en inventar romances, querellas de enamorados y otras intrigas en la Academia Hogwarts donde estudia Harry.

Es probable que haya aquí un llamado de atención que los profesionales del mundo entero no podrían desoír. Cuando decimos -como se ha reiterado en los últimos días- que el tema de la libertad de expresión es un tema que debe preocupar a toda la sociedad, a menudo se contra-ataca con el ejemplo de los excesos, abusos o flagrantes mentiras del periodismo sensacionalista. Es inútil argumentar que, para que este tipo de escándalos viva y sobreviva, es indispensable que haya un público ávido de conocer lo que ocurre en la intimidad de los famosos, sea cierto o no.

¿Cómo no va a ser ''vendedor'' el estilo Skeeter, que no se enseña oficialmente en ninguna Escuela de Periodismo, pero que se practica en muchos medios?

Para muestra, un ejemplo:

Rita Skeeter logra, un poco a la fuerza, que Harry le conceda una entrevista.:

''-¿No te importa que use una pluma a vuelapluma, Harry? Me dejará más libre para hablar...

''-¿Una qué? -preguntó Harry.

''Rita Skeeter (...) volvió a abrir la cartera de piel de cocodrilo y sacó una pluma de color verde amarillento y un rollo de pergaminos que extendió entre ellos.... Se metió en la boca la punta de la pluma verde amarillenta, la chupó por un momento con aparente fruición y luego la puso sobre el pergamino, donde se quedó balanceándose sobre la punta, temblando ligeramente.

''-Probando: mi nombre es Rita Skeeter, periodista de El Profeta....''.

El resultado, como corresponde, es mágico. Bajo la mirada de Harry, la pluma escribe por sí misma, y lo hace conforme la visión de sí misma de la periodista. Anota:

-La atractiva rubia Rita Skeeter, de cuarenta y tres años, cuya despiadada pluma ha pinchado tantas reputaciones demasiado infladas...

Rita no es un modelo periodístico. Pero sabe lo que quiere y, además, lo que quiere su público, que la sigue con avidez.

Es un llamado de atención para periodistas, y también para los lectores.

Publicado en el diario El Sur de Concepción el sábado 26 de mayo de 2001