El turno de la televisión digital

Columnista Invitado: Bernardo Donoso:

Si bien el emblemático proyecto de modernización del transporte de la capital ha dominado las noticias de este verano, existen otras decisiones de gran importancia que deberán adoptarse muy pronto en diversas áreas estratégicas. El Transantiago, por su impacto directo en la vida diaria de las personas, ha mostrado ser un asunto sensible.

Una decisión de la autoridad pública que también tiene que ver, aunque de manera diversa, con la vida de las familias, es la pronta definición de la norma de televisión digital que será adoptada por nuestro país. Esta decisión sucederá justamente en el año en que la televisión chilena celebrará sus cincuenta años de acceso libre, universal y gratuito.

Probablemente usted ha tenido contacto con mucha información referida al asunto de la TV digital: sistemas o normas disponibles como la americana, la europea o la japonesa; los anuncios de nuevos servicios portátiles de televisión; las ofertas de los servicios limitados y de pago; la televisión de alta definición y sus notables atributos de calidad; las posibilidades técnicas y de servicios del ancho de banda que actualmente usa la televisión analógica que usted recibe hoy en casa, cuando tengamos transmisiones digitales en televisión abierta; el período de transición para la adopción definitiva y la necesidad de transmisiones simultáneas en el sistema actual y en el nuevo.

Lo anterior puede hacer pensar en una decisión estrictamente técnica. Sin embargo, se trata de una decisión política de impacto público y privado que involucra a muchos actores, intereses y miradas.

Entre los diversos actores se encuentran desde luego las autoridades de gobierno del respectivo sector y parlamentarios que han manifestado atención por el tema. A ellos se agregan la industria de las telecomunicaciones, los operadores de localidades en televisión abierta, creativos y productores independientes, intelectuales y estudiosos del área de la comunicación, proveedores de equipos, inversionistas potenciales y otros con decisión de incursionar en televisión, variados grupos de interés y, naturalmente, los operadores de los canales agrupados en Anatel, que representa a los canales que usted recibe en su hogar.

Una cuestión esencial en la toma decisiones sobre la norma y su implementación posterior es evitar mezclarla con asuntos de otra naturaleza, como aquellos del orden de los contenidos y la apreciación que legítimamente puede cada uno tener.

En los aspectos más inmediatos y determinantes está la necesidad de una decisión que asegure la flexibilidad, permitiendo que la televisión abierta pueda entregar a la sociedad chilena transmisiones en alta definición.

Televisión de alta definición habrá de todas maneras a través del cable y el satélite pagados. Por tanto, no puede discriminarse a muchos chilenos que tienen derecho a ver calidad técnica máxima y gratuita. Ello hace imprescindible que se asegure a los canales actuales el ancho de banda con que actualmente operan.

Afortunadamente, esta es una decisión sencilla, pues hay gran disponibilidad de espectro que permite incluso la entrada de nuevos actores. Un último asunto que alcanzo a mencionar se refiere a la importancia que tiene que el nuevo estándar sea el más compatible con la actual televisión analógica.

Publicado en La Prensa Austral, 27 de febrero de 2007

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