Montesinos, el corruptor

Aunque en rigor no fue un golpe periodístico propiamente tal, en otras circunstancias, el ''informe Janiot'', difundido por la CNN en Español a comienzos de diciembre, debió haber causado un impacto profundo en la opinión pública latinoamericana. Es el estremecedor relato de cómo Vladimiro Montesinos usó el poder y la tecnología para ejercer un mandato sin límites en el Perú de Alberto Fujimori. Pese a su calidad de ex militar, Montesinos tenía una fe ilimitada en el poder de la prensa. Según dice la autora del informe, la periodista Patricia Janiot, ''de acuerdo a uno de sus amigos, Alberto Venero, para Montesinos era mucho más importante controlar los medios de comunicación que las Fuerzas Armadas''.

Probablemente porque los chilenos estábamos demasiado ocupados con las elecciones parlamentarias, los argentinos abrumados con sus crecientes problemas económicos y políticos y el resto del continente miraba -evasivamente- hacia las celebraciones navideñas, nadie le concedió entonces la importancia que merecía.

El documento, a pesar de que ya pasó por las pantallas de TV, todavía está disponible en los archivos de la CNN en: www.cnnenespanol.com. Relativamente breve, como corresponde a una época predominantemente audiovisual, el dossier se compone de seis capítulos, cinco entrevistas y una introducción.

''Este informe especial, dice Patricia Janiot, pretende desentrañar las corruptas artimañas de las que se valió Montesinos para asegurar la permanencia en el poder de Fujimori... Para lograr su objetivo sobornó congresistas, empresarios de medios de comunicación, altos oficiales de las Fuerzas Armadas, funcionarios electorales y miembros del Poder Judicial''.

El capítulo de la prensa merece un comentario especial. Montesinos creía en el impacto de la televisión abierta. Estudios académicos posteriores a su caída han demostrado que intuyó correctamente el influjo de la televisión en un público de bajo nivel cultural. La Defensoría del Pueblo hizo las primeras denuncias, a mediados del año pasado. Luego, en la Universidad Católica emprendieron el difícil trabajo de hacer calzar los niveles culturales con los económicos y las actitudes políticas, con lo que se corroboró la hipótesis de que, a menor alfabetismo, no sólo corresponde un menor interés por las noticias –menos lectura de periódicos, desde luego- sino también convicciones democráticas más frágiles.

No hay modo de saber si Montesinos sabía esto o no. Pero actuó como si lo supiera. Se preocupó fuertemente de la televisión abierta, mediante contratos millonarios, e impulsó la ''prensa chicha'': periodismo barato y marginal, irresponsable, sin ética y descalificador, puesta al servicio del régimen.

El ''informe Janiot'' describe lo que pasó con los canales limeños. Mediante negociaciones con sus dueños, o sacándolos de en medio si no las aceptaban, Montesinos logró contratos en todos los cuales se repite más o menos la misma cláusula: ''No hacer ni pasar entrevistas, debates ni reportajes a candidatos a la presidencia y/o al Congreso de la República sin la aprobación escrita de 'El Contratante'''. Es decir, él mismo.

Hoy, los empresarios que aceptaron estos contratos están sometidos a proceso bajo cargos de ''asociación ilícita para delinquir''. Y, como dice la propia autora del dossier, una vez más se ha demostrado la importancia de una prensa libre. ''Si no, todos corremos el peligro que se nos cuelen algunos imitadores de Montesinos''.

Publicado en El Sur de Concepción el sábado 5 de enero de 2002