Nader: el tercero en discordia.

En los años 60, Ralph Nader fue el campeón de los derechos del consumidor frente a los abusos de las grandes corporaciones. Se hizo famoso en el mundo entero con una obra que denunciaba los defectos del Corvair, un auto norteamericano con motor trasero y una fatal tendencia a volcarse. Título del libro: “Peligroso a toda velocidad”.

Con el tiempo, evolucionó hasta convertirse en líder del Partido Verde norteamericano y el próximo martes, si las encuestas no se equivocan, puede convertirse en el factor decisivo de la victoria de George W. Bush. Esta es una paradoja, ya que el candidato republicano representa todo aquello contra lo cual ha luchado toda su vida Nader, quien políticamente debería estar mucho más cerca de Al Gore. Precisamente por eso, su candidatura, aunque no tiene posibilidades de triunfar, puede ser decisiva: muchos votantes que estarían dispuestos a sufragar por Gore, le darán su apoyo y con ello terminará consolidando la candidatura de Bush.

Nader forma parte de una legión de personalidades que, desde hace casi un siglo y medio, ha tratado de romper la hegemonía de republicanos y demócratas. En todas las elecciones los candidatos de los “terceros partidos” se esfuerzan por ganar estatura nacional, aunque pocos lo logran. Gus Hall, del Partido Comunista, lo intentó en cuatro oportunidades. Murió esta semana sin haber ganado mucho. Este año, hay 16 de tales candidatos, pero sólo Nader, apoyado por los verdes y por el Partido de Reforma, y Patrick Buchanan, de los Partidos de la Reforma y del Derecho a la vida, y conocido por su participación en un programa de la CNN, tienen alguna figuración. Nader atrae a poco más del tres por ciento de los electores. Buchanan a menos del uno por ciento.

Nader no cree en “el mal menor”, sino en el rechazo a todos los males. Por eso ataca a los dos candidatos principales, porque “en vez de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo -según la fórmula de Abraham Lincoln- tenemos un gobierno de las empresas Exxon, por las empresas General Motors y para los Duponts. Tales concentraciones sirven a los intereses de pocos, negando a la mayoría. La historia nos ha enseñado los peligros de tan alta concentración de riquezas y poder en pocas manos”.

El resultado, dice, es: “degradación del medio ambiente natural”, “abusos, fraudes y crímenes de las empresas industriales”, “pobreza urbana, discriminación hipotecaria y descenso de las economías de la familia agraria”…“comercialización sin fin de todos los aspectos de nuestra sociedad y cultura”.

Como Gore coincide con algunos aspectos de estas denuncias y preconiza una “humildad estratégica” en materia internacional, parecería lógico que terminaran aliándose. Pero, hasta este fin de semana, Nader hacía oídos sordos a estos llamados, que paulatinamente fueron subiendo de tono. Al comienzo eran más amistosos, pero en los últimos días han sido francamente belicosos.

Señaló un comentarista de The New York Times: “Los liberales dicen que han endurecido sus ataques porque han perdido la esperanza de persuadir a Nader para que se retire. En su lugar, han empezado a advertirle que su herencia, entre los demócratas en el Congreso y en todas partes será de amargo resentimiento si Gore pierde por estrecho margen frente a Bush”.

Como están las cosas, es probable que así sea.

05 de noviembre de 2000