Editorial:

A Propósito de Citas de los Obispos

Agosto terminó en Chile en medio de una áspera batalla en los medios informativos acerca de lo que dijeron los obispos católicos en vísperas de las elecciones presidenciales de 1964.

Como señaló en diversas intervenciones el sacerdote Raúl Hasbún, una de sus fuentes fue un documento en que se enjuició entonces duramente al comunismo internacional.

Uno de estos pronunciamiento, aunque no el único citado en estos días, es la carta pastoral “El deber social y Político”, del 18 de septiembre de 1962 y que fue suscrita por el cardenal Raúl Silva Henríquez, otros tres arzobispos, 18 obispos y dos administradores apostólicos. Seguramente este es el documento que, según se ha recordado, se dio a conocer en todas las iglesias ya que, en su último párrafo se dispone que sea leído íntegramente “por partes. en todas las Misas dominicales que se celebren en los templos y capillas de nuestras jurisdicciones eclesiásticas, a contar del domingo siguiente a su recepción”.

La pastoral consta de cuatro partes:

  1. Introducción.
  2. Nuestra situación actual,
  3. La acción, y
  4. Conclusión.

En la tercera parte, la más extensa, aparecen los párrafos citados y vueltos a citar en estos días. En ella se refieren los obispos al “aspecto político”.

Abordan, en primer lugar y con bastante extensión, el tema del comunismo:

“No podemos dejar pasar esta oportunidad sin dar una orientación clara al respecto. No lo hacemos con una visión negativa o polémica, sino porque estamos íntimamente convencidos de que este sistema no trae el remedio de los males que deseamos extirpar”.

De inmediato (párrafo 20) se exponen los “errores del materialismo marxista”, donde se menciona que “el comunismo se opone diametralmente al cristianismo”, empezando por el concepto de religión, continuando por el de la libertad del hombre (el comunismo “suprime en la persona humana toda dignidad...”) y planteando categóricamente que para el comunismo “la destrucción de la idea de Dios, de Patria y de los vínculos más sagrados, como son los que unen a padres e hijos, todo es permitido y bueno para conseguir sus objetivos...

Y señalan, más adelante los obispos, refiriéndose, no a los comunistas, sino a quienes, católicos incluidos, quisieran servirse del comunismo “para escalar el poder”:

-No debe pues causar extrañeza que la Iglesia declare que quienes traicionan los sagrados derechos de Dios, de la Patria y del hombre, colaborando en una acción que va dirigida directamente contra estos grandes valores fundamentales y base de toda la civilización cristiana, no estén en comunión con Ella. Los que tal hacen, con dolor lo decimos, son hijos que se han apartado de la casa paterna” (párrafo 23).

No concluye aquí este documento.

En el párrafo 25 los obispos hacen una advertencia que no ha sido citada en esta polémica:

Que esto no haga olvidar empero a los católicos que la Iglesia ha condenado los abusos del liberalismo capitalista. Más aún, la Iglesia concretamente no puede aceptar tampoco que se mantenga en Chile, como ya lo hemos dicho, una situación que viola los derechos de la persona humana y por ende la moral cristiana. Es deber imperioso y urgente de los católicos el procurar una renovación profunda y rápida de ese estado de cosas no cristiano”.

En las páginas siguientes, la Pastoral detalla el llamado. Insiste en la necesidad de “apoyar soluciones eficaces contra la miseria” y de “no orientarse hacia un anticomunismo negativo, tendiente a la derrota y eliminación del adversario, con el fin de conservar mejor y por más tiempo el orden económico y social presente; ni limitarse a un “paternalismo”, más inclinado a la beneficencia que a la justicia...

El cristiano debe considerar, pues, que el bien común no es, en la práctica, aquello que él haría si estuviera solo o si lo dominara todo; es la resultante del aporte de todos, a la comunidad chilena, con sus diferencias, sus imperfecciones, y aún sus errores. como lo enseñaba S.S. Pío XII a propósito de la comunidad internacional”.

Hay mucho más que se podría citar. Lo que sí está claro, que en ninguna parte se habló de vende-patrias o de “parásitos”, a los cuales -obviamente, aunque no se diga explícitamente- sólo cabe eliminar.

Abraham Santibáñez