Introducción al Periodismo

(para no periodistas)

En la organización social más elemental -a riesgo de simplificar en exceso teorías bastante más complejas- el proceso era directo. Como explica el profesor Joost A. M. Meerloo, “la palabra ‘comunicación’ deriva de la palabra latina munia -servicio- y connota la ayuda mutua, el intercambio y la interacción de quienes pertenecen a la misma comunidad...

La sociedad, toda sociedad, necesita desde siempre de este intercambio de información para enfrentar el futuro, hacer planes, reconocer lo positivo que hacen sus gobernantes y denunciar sus errores y debilidades. Sin embargo, después que se disuelven los pequeños grupos de cazadores o recolectores, se plantea la imposibilidad de mantener informada a toda la comunidad por la falta de mecanismos adecuados.

Sólo en tiempos relativamente recientes, hace poco más de 500 años, gracias a Gutenberg, se dispuso de una tecnología que permitió recuperar, aunque sólo en parte, la intercomunicación perdida.

La imprenta hizo posible la reanudación del diálogo entre las personas, aunque fuera más bien unidireccional y, por razones de costos, necesariamente masivo. Los “medios” de comunicación: primero la prensa, mucho más tarde la radio y la TV, han permitido masificar la información.

El diario por dentro

El proceso de producir un diario es como una gran cadena de montaje.

Los artículos (notas breves, informaciones o reportajes) escritos por el periodista o digitados por un operador u operadora, son revisados a lo menos por otras dos personas: un corrector de pruebas (no siempre: la tendencia es a confiar en la buena redacción y ortografía de los periodistas, lo que puede ser un error) y el editor de la sección.

Luego pasan a las pantallas de los diseñadores que se encargan de “armar”el diario página a página, según las instrucciones que reciben, por una parte de la Gerencia Comercial (que asigna los avisos) y del respectivo editor (distribuye los textos y les asigna su importancia relativa en cada sección o página).

En un matutino el proceso de diseño se inicia generalmente después de las 4:00 de la tarde. Esto varía según el volumen del diario, sobre todo cuando crece en forma extraordinaria como para los números especiales.

Este aumento queda graficada en lo que hacen habitualmente los diarios cuando se trata de celebrar su propio aniversario o alguna fecha importante. Con el apoyo del Departamento comercial se prepara anticipadamente una edición extraordinaria cuya cantidad de páginas dependerá del número y la calidad de los avisos. Por ejemplo, al cumplir 50 años en 1955, la antigua revista Zig-Zag, hoy desaparecida entregó al público un verdadero libro con 456 páginas y numerosas reproducciones en colores, que en la época no eran habituales. Algo parecido, en formato tablloide, con “lomo cuadrado”, es decir encuadernado, hizo en 1997 El Mercuro de Valparaído con ocasión de sus 170 años.

La coordinación es una palabra clave en estos procesos.

Para evitar “achoclonamiento” de informaciones se han fijado “horas de cierre”.

Son las horas en las cuales debe ponerse término al trabajo de cada página en la redacción y enviarse al taller para su procesamiento. Estos plazos se establecen dependiendo de la importancia de las noticias y de la hora en que se producen. Por ejemplo: las informaciones sobre la Bolsa de Comercio y las carteleras de cine y televisión pueden entregarse todos los días a la misma hora y con igual anticipación.

Algunas actividades son de mañana, lo que permite que determinadas páginas vayan saliendo temprano. La situación se puede ilustrar con lo que ocurre, por ejemplo, cuando hay un partido de fútbol. Si el partido es en la noche, la hora de cierre de las páginas deportivas será lo más tarde posible para alcanzar a poner comentarios, fotografías y resultados. Por el contrario si el partido es a medio día no hay razón para retrasos.

El Jefe de Informaciones, personaje poco conocido, tiene un papel vital, hasta cierto punto más importante que el propio Director del diario: es el encargado de coordinar no sólo que las instrucciones de la pauta se estén cumpliendo, sino también que la entrega de reportajes o notas periodísticas se haga en un flujo continuo.

De este modo, la primera edición del diario cierra alrededor de las 9:00 de la noche.

Esto merece una pequeña explicación.

A fin de que el diario esté en los quioscos o en las casas a buena hora, alrededor de las siete de la mañana, debe empezar a distribuirse a eso de las cinco de la mañana. En Santiago, debido a los tiempos de impresión y distribución, el diario tiene que cerrar su segunda edición entre la 1:00 y 2:00 de la mañana.

Las revistas

En teoría, el trabajo de una revista es como el de un diario, en proporción reducida: menos personal, menos presión... más tiempo para la reflexión, el reporteo y la redacción. Pero ninguna revista -semanal, quincenal o mensual- escapa de la exigencia básica del periodismo: la actualidad.

La organización de una revista es sumamente flexible, ya que depende del tipo de publicación de qué se trate.

Hay que separar, en primer lugar, aquellas de tipo institucional (mensuales o con menor frecuencia) y las que son propiamente informativas o interpretativas, semanales o quincenales.

Una revista interpretativa semanal, en Chile, tiene una organización a cuya cabeza hay normalmente un Directorio o un Comité Editorial. En él, o integrados a él, están el Director y el Gerente General. Del Director, secundado por un Subdirector o un Editor General, depende un cierto número de editores, que son los responsables de áreas, con un determinado número de periodistas a su cargo. Del Gerente, a su vez, dependen otros gerentes o los encargados de la administración (personal), ventas (publicidad, ventas de ejemplares y suscripciones), relaciones con el taller de impresión (generalmente no tienen prensas propias, aunque la mayoría hace su propio trabajo de pre-prensa: digitación y fotomecánica).

La radio

Como muchas otras creaciones de nuestro tiempo, la radiotelefonía fue el fruto de muchos esfuerzos separados que confluyeron de la misma manera como un jugador va armando un rompecabezas hasta colocar todas las piezas en su lugar.

El 2 de noviembre de 1920, por iniciativa de Davis, la compañía Westinghouse echó a andar la primera emisora comercial: KDKA, de Pittsburgh, EE.UU.

Su negocio consistía en la venta de los receptores por los cuales se podían escuchar las trasmisiones. Fue un buen negocio: en 1922 había 576 radioemisoras en Estados Unidos. Tres años más tarde, en el mundo entero ya había once millones de receptores, la mitad de los cuales estaban en Estados Unidos.

El 19 de agosto de 1922, se hizo la primera trasmisión desde la Universidad de Chile al hall del diario El Mercurio.. La radio -había quedado en claro desde el comienzo- era música, entretención, publicidad... y también noticias.

La Segunda Guerra Mundial fue una guerra que el público siguió por la radio. La radiotelefonía ya había desarrollado toda su potencialidad: parte importante de la contienda se dio por el aire, mediante la onda corta. Nada explica mejor este impacto que lo ocurrido con la dramatización de la Guerra de los mundos.

A fines de octubre de 1938, en víspera del Día de Todos los Santos (Halloween), Welles conmocionó a los Estados Unidos con una muy especial adaptación de La Guerra de los Mundos, de su casi homónimo H. G. Wells. No fue tanto el texto mismo, que consistía en una realista versión de una supuesta invasión de los marcianos, sino la forma lo que trastornó a los auditores.

Resume Bárbara Leaming :

-La reciente noticia de la anexión hitleriana de Austria predispuso probablemente a los norteamericanos a creer en Orson. La mayoría conocía la invasión nazi tan sólo indirectamente, a través de los medios de información. Todos confiaban en los medios de información y creían cuanto oían y leían en la radio y la prensa: ¿por qué no creer, pues, en lo que se les decía en aquel momento? En el curso de la emisión se habló de olas humanas de personas histéricas que corrían a tontas y a locas por las calles de Nueva York, y ello ocurrió realmente en algunas calles, aunque, a diferencia de lo que se informaba en el programa, nadie vio a ningún marciano, como es lógico, si bien esto no impidió que más de uno dijera a la policía y a la prensa haberlos visto.

Un punto importante relativo al trabajo periodístico de la radio se refiere al estilo.

Básicamente la forma de dar noticias es la misma en cualquier medio. Pero la radio tiene algunas exigencias propias. Una de ellas es la ya mencionada revisión de la “pirámide invertida”: no sirve dar una noticia, concentrando su esencia al comienzo para luego ir agregando detalles cada vez menos relevantes, ya que es posible que el auditor empiece a escuchar a mitad de la trasmisión. La experiencia cotidiana nos muestra lo angustioso que puede resultar oír el final de una noticia en que se anuncia que “los funerales serán mañana”, sin saber de quién se trata; o que “los secuestradores anunciaron que en media hora más habrá un nuevo comunicado”, sin saber si es un secuestro aquí o en otra parte del planeta; o “las tropas que se apoderaron del mando dispusieron un toque de queda indefinido...”

La lógica indica que es necesario “redondear” la información, repitiendo si es necesario algunos datos claves: quién se murió, dónde es el secuestro o el golpe de estado.

Esta es una importante peculiaridad propia de la radio, ya que no se puede retroceder, como en el diario, para releer la información. Se habla en estos casos de una doble pirámide: una invertida, para dar el comienzo, y otra normal, para cerrar. Y, en todo caso, volver siempre a los datos esenciales al final.

La televisión

Lo mismo que en la radio, la estructura de un canal de televisión no está orientada esencialmente hacia la producción periodística.

Más aún, al comienzo, igual como ocurrió con la radio, que empezó por la lectura de los diarios, los noticiarios de TV eran en la práctica adaptaciones de radiales. Ello explica que durante mucho tiempo, incluso hoy, muchas estaciones de TV tuvieran una estructura muy parecida a la de las radioemisoras, en las cuales hay un Departamento de Prensa, que generalmente depende del Director General, y que tiene un rango similar al de otras secciones..

Muy pronto los periodistas de televisión se dieron cuenta de que el medio requería de un lenguaje diferente.

Ha sido un proceso complejo, porque las nuevas tecnologías han dejado obsoletas, con gran frecuencia, algunas de las habilidades recién desarrolladas. Hasta las trasmisiones “en directo”, vía micro-ondas, por ejemplos, muchos acontecimientos se filmaban previamente y luego se editaban, en una febril carrera contra el tiempo, para entregarlos en los noticiarios habituales. También fue importante el cambio en las trasmisiones internacionales: al comienzo los canales utilizaban películas de cine, transportadas por avión, las cuales servían - más que nada - como respaldo visual de las informaciones entregadas oralmente por el locutor. Hoy se reciben vía satélite, a veces en el momento mismo en que se están produciendo. Igualmente han cambiado los recursos tecnológicos para fabricar gráficos e ilustraciones. Con la computación, es posible crear animaciones, que explican el avance de las tropas en una guerra, la forma en que se produjo un accidente carretero o cualquier otro proceso.

Sea por su espectacularidad -producto de diversos factores: instantaneidad de las trasmisiones, colorido, cercanía al sitio del suceso, dramatismo- hoy día hay más gente ávida de ver noticias que en ningún otro momento. Las grandes cadenas de Estados Unidos, que por un momento sintieron que su eslabón más débil eran los noticieros, han redescubierto su atractivo, en especial desde que la CNN, con sede en Atlanta, convirtió las noticias en el eje de su programación.

Esta fascinación no ha impedido, sin embargo, que el papel de la televisión, como manipuladora de la opinión pública, esté cada vez en el tapete de la discusión. Se la quiere y se le teme. Hay preocupación porque a veces no se termina de establecer la diferencia entre ficción y realidad. Al revés de lo que pasó en la radio con La Guerra de los Mundos de Orson Welles, la televisión sigue siendo mirada con desconfianza... pero mirada, al fin y al cabo.

Esto explica la creciente preocupación por el lenguaje, en especial en materia periodística. Desde hace tiempo hay clara conciencia de que no sólo es lo que se dice lo que importa, sino cómo se dice, los gestos y las expresiones que acompañan a la voz. Y, naturalmente, hay que pensar en una gran cantidad de medios auxiliares: fotografías, diagramas, filmaciones y videos equivalentes a las “cuñas” radiales.

Según coinciden varios expertos, la televisión genera una carga emocional que debe ser tomada en cuenta. Ella es el resultado de tres factores: a) la importancia de lo visual, b) el culto a la personalidad, y c) la información periodística es entendida como un espectáculo.

La importancia de las imágenes es evidente. Lo que no siempre se aprecia con claridad es que ello determina un sesgo importante en la selección de las noticias. Un camarógrafo instalado en el lugar adecuado en el momento oportuno, puede convertir en noticia un hecho banal, que ni en radio ni en prensa escrita habría merecido mención alguna o sólo unas pocas líneas. Por el contrario, temas como un descubrimiento de alta complejidad tecnológica o el desarrollo de una nueva teoría científica, resultan imposibles de plantear adecuadamente en pantalla.

En lo que se refiere al culto de la personalidad, la magia envolvente de la TV lo explica todo. No es sólo la capacidad de hablar bien -como en la radio- lo que importa, o el buen uso del idioma y la gracia en la redacción - como en los diarios y revistas- lo preponderante. Tiene más importancia una sonrisa agradable, una frase ingeniosa, una figura que corresponda a ciertos cánones. Es lo que se ha llamado “telegenia” y que explica la larga popularidad de Mario Kreutzberger (Don Francisco) en las pantallas chilenas y su éxito en el mundo hispano.

La debilidad es que, a veces, esta búsqueda significa dejar de lado consideraciones éticas o simplemente humanas: la entrevista en directo a la víctima de una tragedia, todavía en estado de shock, es a menudo la demostración más extrema e ingrata de ello. El elemento informativo está casi siempre ausente, ya que el entrevistado apenas puede dar respuestas coherentes, pero es obvio que el espectáculo goza de su mejor y más dramático momento, con un telón de fondo en que se ven bomberos de rostro ennegrecido que corren, el humo del avión que se acaba de incendiar o la angustia de los familiares que todavía no absorben la pérdida de un ser querido o la destrucción de su vivienda.

La forma de comunicar las noticias constituye a la vez la fuerza y la debilidad de la televisión.

Su fuerza reside en las noticias que interesan a los individuos y sus problemas directa e individualmente, especialmente cuando esos problemas encierran consecuencias para la audiencia del noticiario. Su debilidad reside en las noticias que contienen ideas abstractas, las que raras veces pueden ser comunicadas por la televisión con la misma eficacia con que lo hace la prensa escrita, en razón de que las abstracciones no pueden ser filmadas y pocas veces despiertan emociones.

El Diario Electrónico.

Es concebible que en el futuro no exista el periódico de papel. Este tradicional medio de información podría ser reemplazado por el sistema de diario electrónico. En la actualidad ya es posible acceder a este nuevo medio de comunicación, una combinación digitalizada de texto, gráficos, fotos a color, sonido y animación de video, que se recibe en la pantalla de cualquier computador conectado a este servicio.

La ventaja de los diarios electrónicos sobre los impresos es que en estos últimos el lector sólo recibe lo que la redacción le envía y corresponde a un material idéntico para todos los suscriptores. La alternativa que ofrece este diario es una información más personalizada de acuerdo a las preferencias e intereses de cada lector-cliente. Por ej.

  1. Una de las características más propias de los medios de comunicación modernos es su masividad. Por razones de costos, el diario (y también la radio y la TV) deben producirse masivamente, en grandes tirajes o con programas de alto rating. Al mismo tiempo, sin embargo, desde hace años, se ha estado dando una batalla por segmentar al público de manera más precisa, a fin de encontrar los nichos más adecuados para cada producto comunicacional. A ello apunta el uso sistemático de las encuestas y las mediciones de sintonía. Sin embargo, hasta ahora no hay posibilidad de personalizar los medios al punto de llegar al nivel individual o familiar. Un diario de un sólo ejemplar sigue siendo de un costo imposible de solventar.
  2. Las nuevas tecnologías, sin embargo, hacen posible el diario personalizado, atendiendo los intereses específicos del usuarios, tanto en lo informativo como en la oferta publicitaria que se le entrega. Permiten, además, una ganancia considerable de tiempo con respecto del diario soporte-papel: la entrega del producto en tiempo real, superando la limitación del tiempo empleado en la impresión y la distribución.
  3. En la posibilidad de entrega de información al minuto, el diario electrónico se asimila a la radio o la TV cuando transmite en directo.

Pero un diario electrónico puede tener, además, la ventaja de entregar, también en muy corto tiempo, información complementaria, especialmente con enlaces (links) vía hipertexto a material de archivo o a otros servidores.

Lo que falta -y no es un obstáculo menor- es precisamente la infraestructura comunicacional de que hablan las autoridades de Estados Unidos cuando plantearon, en esta década, la necesidad de construir la “supercarretera de la información”, con acceso a cada hogar.