Sistemas Operativos.

Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez

En la pasada Open Community 2007, me entregaron una copia de Ubuntu (distribución de linux y aplicaciones) y lo probé en mi notebook. Simplemente puse el CD en el lector y encendí el notebook. Y con grata sorpresa el sistema arrancó sin problemas. Así, sin más, tenía funcionando mi sistema con aplicaciones de oficina (open office), juegos clásicos (incluido un Sudoku), aplicaciones para manejo de audio y videos, etc.

En este punto debo ser honesto, lo que ocurrió no fue precisamente "nuevo" para mi. Ya había probado otras veces linux y en general, la respuesta siempre había sido buena. Una que otra pregunta y a lo más alguna dificultad para que reconociera todo el potencial de la tarjeta gráfica (que requería bajar software especializado) pero fue especialmente grato que esta vez no hubiese pregunta alguna. Simplemente el sistema despegó...

Como si fuera un niño con juguete nuevo, fui a molestar a casi todos mis conocidos contándoles la maravilla de Ubuntu y la respuesta fue bastante parecido a un "balde de agua fría"... Comentarios como "pero ¿por qué tengo que aprender algo nuevo?" o incluso "si, se cae, pero creo que sé cuando ocurre y lo he aceptado". Y eso me llevó a considerar un poco más la situación.

Un sistema operativo (linux, windows) es como la obra gruesa de una casa. Los cimientos, las paredes, los pilares, el techo... No están directamente a la vista y no debieran ser motivo de preocupación, uno comenta la pintura de la pared, no si el ladrillo está o no en buena posición. Un buen sistema, simplemente "desaparece" de las preocupaciones del día a día y no nos debiera preocupar, a menos que ocurra algún tipo de desastre mayor (terremoto, nevazón o aluvión) pero para situaciones habituales (lluvia, viento) uno debiera ignorarlo.

Además, mientras mejor es la obra gruesa, más fácil es mantener en buenas condiciones la casa. De poco sirve colocar piso flotante sobre un cimiento que se humedece (ya lo sabrá mi familia) o intentar asegurar una puerta en un marco que se cae por sí sólo. Pero al igual que con los sistemas operativos a veces nos acostumbramos a sus "goteras" y "mañas".

Es cierto que todo cambio implica un proceso de aprendizaje, bien lo sabemos gracias al transantiago, pero no todos los cambios son tan caóticos ni difíciles de implementar. La base de todo sistema operativo (particularmente de aquellos para estaciones de trabajo) es muy similar: Está la parte que controla todo internamente (llamado "kernel") y que organiza los discos en función de carpetas (o directorios, como los llamábamos antes). Está la parte que permite la interfaz con el usuario y que se organiza en función de ventanas (la interfaz gráfica o el escritorio). Luego las aplicaciones que ayudan al manejo y control de dispositivos (para grabar CDs o DVDs; protectores de pantalla; block de notas) Y finalmente, las aplicaciones mayores que son las que quedan a la vista, con sus documentos.

En general, lo que más afecta al cambio, no es el sistema en si mismo, sino que la disponibilidad de las aplicaciones mayores. Open Office no es Microsoft Office. Y claro, eso es una dificultad mayor para quien las usa habitualmente. Tampoco son lo mismo Internet Explorer que Mozilla Firefox o Outlook que Thunderbird.

Entonces, claramente el problema no está en la estructura de la casa, sino en los muebles... Y no en cualquier mueble, sino en aquellos que requieren de un tipo especial de casa para poder ser usados.

Lo interesante es que hay muebles que si se pueden cambiar libremente de casa (en estricto rigor, que existen para ambos tipos), y cada vez hay más gente que los usa. Es un mecanismo para facilitar el cambio; y para aquellos que no pueden modificar libremente las aplicaciones instaladas, hoy aparece una nueva opción: las aplicaciones portátiles gratuitas (también existen de pago). Aquellas que Ud. puede llevar en un pendrive y utilizar casi en cualquier computador.

Para mí, esto es lo más importante de la comunidad del software libre: Cada vez se hacen más y más cosas para facilitar la vida de quienes estamos optando por ellas. Si es cierto, uno igual le puede tener cariño a su vieja casa e incluso echa de menos esas goteras y sus múltiples historias. Pero las opciones del nuevo hogar, son múltiples y atractivas, retomando Ubuntu, hoy un e-conocido enumeró algunas de las distintas opciones: Ubuntu (la versión "oficial"); Ubuntu Studio (para audio y video avanzado); Cubuntu (versión vía comandos); Elbuntu, Fluxbuntu, Kubuntu y Xubuntu (otros escritorios); Edubuntu (para educación); nUbuntu (seguridad y redes); Webuntu (control vía web); Ubuntu Mobile (para pdas); incluso un "Ubuntu Christian Edition" (incluye una Biblia, y control de acceso a contenidos).

Y son gratuitas, se pueden bajar de Internet o conseguir en CD (en general, la comunidad es bastante generosa en regalarlos, aunque no está demás pasar el CD para que le hagan la copia). Y como muchos funcionan en modo "Live CD" (no necesita ser instalado, sino que basta partir desde el CD) puede visitar sin costo su posible casa nueva, seguro que le va a encantar y como la comunidad se ha asegurado de que realmente estén libres de filtraciones y goteras, no hay riesgo de tener que cubrirlas con plástico a las primera lluvia...

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