Arqueología Digital

Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez

Supongo que en el futuro, será una ciencia social de mucha actividad. Puedo imaginar grandes expediciones armadas de distintos dispositivos, dispuestos a reconstruir su pasado (nuestro presente) registrado digitalmente en diversos medios electromagnéticos.

¿Confuso? No tanto, escribo estas líneas después de hacer un alto al ordenar mi oficina casera. Aún me falta terminar, tengo mi propio “amazonas”, está al fondo de la pieza y constituye un sector pocas veces explorado, ya que normalmente, los ímpetus del orden, se acaban en el camino... Quizá un machete (y ser menos cachurero, claro) me permitirían llegar más rápido, pero la verdad, es una aventura emocionante, llena de tesoros que se encuentran paso a paso y me permiten reconstruir mi propio pasado, y eso que es reciente...

Me reencontré con mis discos ZIP (de 100 y 250 MB) los antecesores de los pendrives, una especie de disquetes de alta capacidad. Más me emocionó encontrar en ellos imágenes y videos del año 2000, cuando las fotos “grandes” eran de 800x600 píxeles y para publicar un video en Internet, había que optimizarlo para los MODEMs (no había banda ancha), así que eran de baja resolución y pésima calidad...

Fue “emocionante” encontrar esos disquetes antiguos (de esos hechos para durar, no como los actuales), con las primeras versiones de Windows (con número) o las últimas de DOS... Originales (la mayoría de ellos), de un tiempo donde el software original, solo se identificaba por que el medio (los discos) eran “de fábrica”. Aún así, encontrar además un sello de propietario oficial de MS-DOS, fue cuando menos cómico... Pero la mayor “pieza” de esa excavación, sin duda lo constituyó un juego de disquetes de cinco pulgadas y cuarto... Cuando tenía sentido hablar de “discos flexibles” (se podían doblar, aunque lo más seguro era que se echaran a perder). No sé que contendrán o si aún serán legibles en una disquetera apropiada. Casi me dan ganas de ir al persa a buscar una disquetera de 5 1/4 para revisarlos, aunque no creo que mi actual equipo la reconozca.

Otras emociones se vivieron en la “zona de manuales abandonados”, esa zona donde dejaba todos los manuales que venían con el hardware o el software, en la idea de que alguna vez podría necesitarlos como referencia, entre otros, encontré los manuales de WordPerfect o WordStar, pero la joya de esa sección era un “manual del usuario de mouse” (si, como lo lee, un manual para aprender a usar un mouse en el computador).

Volviendo a lo que espero encontrar en mi “amazonas”, me parece recordar que alguna vez “lancé” hacia allá una antigua CPU 486, de esas cuando sólo tenían número, no nombre, y sus velocidades se medían en mega hertz (con suerte 33 MHz y tenían “turbo”), mi familia cree que si excavo lo suficiente, puede que aparezca mi viejo ZX-81 (1983).. al menos en la excavación de manuales, aparecieron pruebas irrefutables de su existencia (“Sinclair ZX-81 – User’s guide” y “Programming ZX-81”)...

Lo que alcancé a vislumbrar, incluía algunos discos con juegos ya olvidados, o celulares que murieron en el cumplimiento del deber, incluso un MODEM de esos que se conectaban a las BBS (antes de Internet) y con velocidades de 300 a 2400 baudios... (banda menos que delgada). Y quizá que otros tesoros, restos de especimenes extintos pueda ubicar.

Los arqueólogos, buscan el pasado, intentando entender cómo se llegó al presente y nos entregan información que nos impulsa a imaginar el futuro... Sin embargo, el arqueólogo digital encuentra una cantidad asombrosa de fósiles que no superan el medio siglo. Y son fósiles calcificados, que requieren de equipos especiales para permitir el acceso a sus secretos.

No sé como dividir las “eras” de la informática, pero estoy seguro que en 10 años más los cambios habrán sido tales, que mucho de lo que hoy tenemos, se reducirá al mismo estado de fósil... Probablemente los computadores se sigan reduciendo de tamaño, ya hoy se acepta que en el futuro, los discos duros debieran ser reemplazados por tarjetas de memoria como las de las cámaras... El resto de los dispositivos, debiera seguir la misma tendencia, se acabarían las disqueteras (reemplazadas definitivamente por pendrives) y posiblemente usaremos BCD (CD-Azul, 50 giga bytes de información, casi 6 veces un DVD), mientras nos conectamos inalámbricamente a Internet.

Quizá los celulares terminen su proceso de mutación, y todo se reduzca a un computador celular. Sé que hace 15 años los productores de disquetes, peleaban respecto de cual era el más eficiente: el flexible de 5 pulgadas o el más rígido de 3; hoy están superados por el pendrive. Hace 10 años, la pelea la daban las impresoras, donde las de tecnología láser intentaban desbancar a las viejas (y ruidosas) matrices de punto; hoy las de tinta siguen mejorando y tenemos un nivel de impresión inimaginable y a todo color. Mientras hace 10 años, la pelea era entre los monitores de 14 y 15 pulgadas, hoy empieza la discusión si plasma o LCD (al menos se resolvió el problema del tamaño de los monitores: 17 pulgadas, plano).

No me considero un gran profeta de la tecnología, he tenido mis aciertos (cámaras digitales) y mis caídas (sigo apostando por Palm OS, aunque es claro que las PDAs van hacia Windows Mobile) pero si puedo sacar algo en limpio de toda esta “arqueología digital”, es que la principal fuerza de movimiento de la tecnología computacional, no son las necesidades de trabajo, sino las del ocio. La mayoría de las cosas que hoy se hacen, se podían hacer perfectamente hace 10 años con una tecnología mucho menor (y hay quienes sostienen que se hacía más rápido antes). Casi todo avance tecnológico, puede ser rastreado hasta un juego, o los efectos especiales de una película, o la necesidad de comunicarse de mejor manera con los amigos y conocidos.

En todo caso, quizá ya sería tiempo de que se creara un “museo arqueológico digital”, que nos permita poder revisar toda esta historia reciente verla en vivo y en directo, recopilando los antiguos disquetes de 8 pulgadas (en lo personal nunca he visto uno) o las viejas lectoras de tarjetas perforadas (no se asombre, se jubilaron hace menos de 25 años, aunque en años computacionales, eso era antes de la glaciación) y estoy seguro que, como yo, hay muchos cachureros que podríamos donar parte de nuestros tesoros para beneficio de las futuras generaciones.

Si alguna vez me saco algún premio importante, quizá inicie mi propia fundación de arqueología digital, y ahí, una de las joyas de la colección, será el ZX-81. Al menos tuve el buen tino de guardarlo aparte y sé que está en buen estado... Pero no se lo diga a mi familia, puede que intenten encontrarlo y lanzarlo a la basura, junto a otros de mis “tesoros”.

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