¿Dependencia o adicción tecnológica?

Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez

¿Recuerda Ud. como eran sus vacaciones hace 30 años? (o ¿imagina como eran las de sus padres, en caso que su edad no alcance?)

Recuerdo que parte de las mias, eran junto a mi abuela materna. Ella abarrotaba su vehículo (un station, si mal no recuerdo, de marca Austin) con nosotros, sus nietos y todo lo que podía necesitar (ollas, sábanas, cojines, etc) incluyendo su querido televisor... que no servía de mucho, ni siquiera con esas antenas de "tapa de olla" se podía sintonizar más de uno o dos canales cargados de "nieve".

Sin embargo, era un tipo interesante de vacaciones, en Las Cruces (donde está la casa) en esa época solo había un local que tenía teléfono y únicamente si teníamos suerte, estaba desocupado y se podía intentar establecer una comunicación de larga distancia a Santiago... Así las vacaciones siempre comenzaban con un largo chequeo de lo que había que llevar (lo que se quedaba, se quedaba) y una lista -no siempre bien cumplida- de recomendaciones de ser obediente y similares. Así, las vacaciones se transformaban en una verdadera aventura real, no exenta de riesgos, al explorar la colina aledaña a la casa familiar...

Que diferencia con las vacaciones de este año... Mi socio se tomó una semana de vacaciones en La Serena y andaba con su celular desde donde preguntaba -día por medio- "¿cómo anda la cosa?" y no se cansaba de repetir que cualquier cosa lo llamáramos... Pero no satisfecho con eso, cada tarde iba a un café Internet a conectarse a leer su e-mail (recibe notificaciones en su celular por cada correo recibido) y navegar un rato...

Un colega académico, me cuenta de sus vacaciones en no recuerdo qué hotel perdido en la cordillera... No aguantó más de un día: no tenía señal, así que no solo no tenía celular, tampoco podía conectar su notebook a Internet...

Un cliente, ha sido un poco más aventurero: se fue al sur, donde planea instalar un "lodge" para turistas... Claro, ya tiene activa su conexión por micro-ondas de banda-semi-ancha ("ancha pero a dieta"). Igual mantiene su celular activo y viaja semana por medio a Santiago.

Mientras tanto, mi familia, que se supone están de vacaciones, me llaman desde el celular para preguntar si todo está bien acá en Santiago y recordarme que los llame por cualquier cosa... Agradezco el gesto, pero no sé si los llamaría. Tengo claro que si yo estuviera de vacaciones, trataría de desconectar el teléfono; claro que desde que tengo un celular-palm, lo llevo a todos lados... la excusa es que lo uso para leer e-books, y solo me lo creen pues aún no lo he conectado a Internet (no sé qué pasará ese día).

Aún no sé que voy a hacer estas vacaciones. Como me quedo en Santiago (es el precio de iniciar una aventura como microempresario) hasta antes de escribir esta columna, pensaba en dedicar un par de días a ver películas en DVD (por ejemplo, una maratón de ediciones extendidas de El Señor de los Anillos, cerca de 10 horas de película)... Ahora, creo que voy a intentar unas vacaciones "extremas" y me alejaré de los aparatos computarizados, para dedicarme a la clásica lectura de libros (tradicionales, en papel)... Eso si, no renunciaré del todo a la tecnología: llegada la noche, usaré luz eléctrica...

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