La historia del Juaker.Columna Tecnológica por José Miguel Santibáñez
Gran hilaridad causó en la comunidad informática, la historia del aprendiz de hacker que atacó y destruyó sin piedad un computador, sin notar que era el equipo propio... La historia de este nuevo aprendiz de brujo, claro sin la simpatía de Mickey o la música de Dukas, se desarrolló en Alemania, cuando un miembro de una sala de chat, identificado por el seudónimo de "bitchchecker" se molestó con uno de los administradores de dicha sala, porque -según su entender- no le permitía conversar adecuadamente. La molestia inicial -a la que según la trascripción del diálogo- le responden de manera más o menos indiferente, fue subiendo de tono, hasta llegar al punto en que el molesto "bitchchecker" decidió atacar directamente al administrador, para lo cual le pide su dirección IP (identificador único de cada computador que ingresa a la red) y a lo que el administrador le responde -luego de algunas supuestas dudas, que demuestran cierta intencionalidad- con el número "127.0.0.1", el equivalente computacional de las palabras "mí mismo". Así este enfurecido individuo (que según la trascripción alega tener 26 años, aunque quienes lo han leído dudan que llegue a la mitad) decide atacar esa dirección, sin notar que está atacando a su propio disco duro, sus últimas intervenciones, serán largamente recordadas en el mundo informático, particularmente su recomendación: "ja, nunca des tu número IP en un foro" poco antes de que su ataque se completara exitosamente, destruyendo definitivamente toda la información de su propio disco duro... La historia ha sido muy comentada en aulas informáticas y al igual que en la historia del usuario que reclama porque se le echó a perder el "posa vasos" (refiriéndose a la bandeja del lector de CDs) hay quienes dudan de la veracidad de la historia. Probablemente, de aquí a fin de año, pasará a engrosar la lista de "leyendas urbanas computacionales", y será archivada al lado de la historia del tipo que llama al servicio técnico para reclamar que su computador no funciona, y que sólo al pedirle que cheque los cables en la parte de atrás del computador, comenta que no ve bien, pues se ha cortado el suministro eléctrico de todo el edificio... Son historias que nos hacen reír y se catalogan livianamente como "problema de capa ocho" o "el problema está entre el teclado y la silla", es decir: "la culpa es del usuario"... Más aún, la gente “seria” aparece diciendo “él no es un hacker, es un ‘wannabe’, un ‘script kiddie’ o un ‘Juaker’” todas expresiones despectivas que buscan separar a “bitchchecker” (y otros) de los verdaderos hackers (si, yo también he caído en ello, que mejor prueba que el título de esta columna) Pero más allá de ese ejercicio liviano que permite liberar tensiones, creo que hay que analizar un poco más el problema. Los dos ejemplos cómicos que he incorporado, hablan claramente de usuarios que no son expertos, pero -y es importante recordarlo- no tratan de dárselas de expertos en el área... La gran diferencia con "bitchchecker" es que asegura ser todo un experto... Probablemente, ha estado buscando largo rato en internet, incluso con sus compañeros de estudios/trabajo se puede haber dedicado a hacer algunas preguntas más o menos ordenadas en google (buscando con paciencia, se encuentra hasta la manera de hacer una bomba) y ubicó algunos programas maliciosos, seguramente llevaban una etiqueta que decía "úsese a su propio riesgo", y él no alcanzó a dimensionar adecuadamente el grado de riesgo que eso significaba. Sinceramente espero que, si la historia es cierta, el mentado "bitchchecker" esté reflexionando sobre lo que ocurrió y algo haya aprendido de esta experiencia... Como dicen, echando a perder se aprende y esa debiera ser una muy buena lección... Pero me asusta que la situación pueda ser diferente, que decida no aprender y reincidir... que esté incrementando su resentimiento y buscando nuevas herramientas de ataque... me he encontrado con más de un caso así y no sólo en el mundo informático... y la próxima vez, el resultado podría no tener ninguna gracia...
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